jueves, 16 de febrero de 2012

La economía ha muerto.

Soy psicólogo. Con eso quiero decir que hace algunos años fui a una facultad, y que tras estudiar un poco, me dieron un título que decía "licenciado en psicología". Ahí lo tengo, guardado en un cajón. Supongo que eso me hace psicólogo. Porque si en el cajón hubiera un título que dijera, por ejemplo "economista", sería economista. Pero no, el papel adentro del cajón no dice "economista", dice "psicólogo". Entonces soy psicólogo. Lo dice un papel. Un papel guardado adentro de un cajón.

Las humanidades son hoy una maltrecha torre de babel.
Curiosas las humanidades. Siempre me fascinó la manera en la que estas se encuentran delimitadas. Tan extrañas y contradictorias. Y es que si me pongo a pensar, considero que mi trabajo consiste en una suerte de filosofía aplicada. Mezcla de reflexión filosófica, ciencia y práctica cotidiana. Mas sin embargo no soy considerado un filósofo, ni un científico, y ni mucho menos una persona práctica. Pues ya se sabe, los psicólogos no somos conocidos por ser gente práctica. Quizá este sea el gran problema de las humanidades. No el hecho de que los psicólogos no seamos considerados tipos prácticos, sino el que las ciencias humanas estén delimitadas de maneras tan arbitrarias. Absurdas, torpes y antiestéticas. Tanto que llama la atención. ¿Será esto intencional? Y si lo es, ¿Intencional a los intereses de quién? No lo sé. Seguro del todo no me encuentro. Aunque mirándolo bien, si hablamos de intereses capaces de lisiar al saber humano entendido como totalidad, estaríamos hablando de intereses poderosos. En otras palabras estaríamos hablando del poder. O mejor dicho, de su cara más oscura, esa a la que yo gusto de llamar control.

Un control que hoy es claramente ejercido desde la economía. Pues no existe verdad científica de mayor peso que la mal llamada verdad económica. Tanto que la democracia, que para muchos fue la gran conquista de las humanidades, queda ensombrecida frente a ésta. Así, pueblos enteros someten su destino a la diosa economía. Sacrificando su dignidad ante la fría mirada de sus sacerdotes. Monjes negros conocidos popularmente como economistas. Predicadores del ajuste. Profetas de crisis por ellos mismos creadas. Gurues de la miseria. Dueños de un título. De un título que dice "economista" y que para nuestra desgracia, rara vez guardan adentro de un cajón.

Los economistas actúan a sueldo de los intereses
de los más poderosos.
Y es que ningún filósofo, psicólogo, historiador, ni siquiera un psiquiatra, se verá sometido a las tentaciones monetarias a las que se ve sometido un economista. ¿Para quién trabajan las "buisness school" de todo el mundo? ¿Para el conocimiento? En absoluto. Lo hacen para el mejor postor. Y ese postor no somos nosotros.

Muchos deducirán que tengo un mal concepto de los economistas. Pero lo cierto es que mi concepto de ellos no es malo, es simplemente nulo. No creo en su existencia. Que sentido tiene hacerlo si descreo de la economía misma. Si lo que pongo en duda es su validez como disciplina.

Por eso es que digo que la economía ha muerto.

Lo digo porque su valor es absolutamente desmedido en relación con el peso argumentativo de aquello que afirma. Porque sus supuestas investigaciones se basan en teorías teorizadas por sujetos a sueldo del poder. Porque vende objetividad allí donde solo hay opinión. Porque presume de ciencia dura cuando su discurso carece de paradigma unificado. Porque su autonomía respecto con el resto del saber humano solo sirve para deshumanizar su supuesto saber. Porque naturaliza lo antinatural. Y porque finalmente de eso se trata, es decir, de naturalizar lo antinatural mediante la deshumanización de lo humano.

Corren tiempos difíciles. Vivimos en un mundo esquizofrénico. Que dividido camina hacia una especialización vacía e ignorante. Hoy, más que nunca, necesitamos de miradas integradoras. Valientes. Que no le teman a ir más allá. Capaces de pensar por si mismas. Desafiantes con lo establecido y recelosas de la palabra "experto".

La economía ha muerto. Y si no ha muerto, tiene que morir. Su mirada sesgada de las humanidades la condena a ser herramienta de aquellos que nos controlan y condenan. La maza con la que aplastan tus sueños. La soga mercenaria que ahoga nuestra esperanza. Así es que la economía ha muerto. Y si no ha muerto, tiene que morir. 

Nos va la vida en ello.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas campo.



9 comentarios:

  1. Un post que da mucho que pensar. Gracias y un abrazo enorme Unai.

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  2. Unai,
    Interesante perspectiva desde donde enfocas a la economía. Hoy en día la economía es vista y aprendida como una ciencia dura cuando su origen fue una ciencia humanística. Si cada una de las personas que trabajan o trabajamos en áreas económicas tomáramos conciencia de que tras cada número y cada papel existe una persona, que con cada decisión cotidiana que vamos tomando dentro del plano laboral, es un granito de arena que aportamos al crecimiento o empobrecimiento de nuestra sociedad. Cada ciudadano que trabaja dentro de estas áreas elige a menudo entre su enriquecimiento (ya sea monetario o de poder político) o ser honrado y honesto con la sociedad de la cual todos formamos parte. Hoy elijo tener esperanzas que la economía vuelva a ser una ciencia humana y la honestidad un valor esencial en nuestro pueblo.
    Saludos desde Lomas de Zamora

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  3. Lo que ocurre es que la economía JAMÁS ha sido una ciencia dura. Ni antes ni ahora. Y es que el hecho de tener números no la hace una ciencia objetiva, ya que lo que articula el funcionamiento de dichos números es un sistema subjetivo de relaciones humanas. Por eso es que la economía tiene que morir. Porque debe ser superada por un renovado humanismo integral. Donde esos números llamados dinero sean una anécdota supeditada a una mirada holística y sistémica del ser humano.

    Te mando un fuerte abrazo desde el sur del sur.

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  4. ese es el dios q hay q matar?

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  5. El otro día bromeaba con alguien a quien quiero mucho sobre el hecho de que para recibirse de intelectual, había que matar algo. Que si no era imposible pegarla en el mundillo filosófico, ávido de nuevos eslóganes y frases hechas. Lo decíamos claro está en referencia al "Dios ha muerto" de Nietzsche o al también famoso "el hombre ha muerto" de Focault. Creo que ha sido esa broma la que inconscientemente ha inspirado en parte este texto. En referencia a tu pregunta. Se me ocurre que la economía y su enajenado hijo llamado sistema neolioberal, son algo así como el fantasma oscuro de aquel Dios que los hombres asesinamos en complicidad con la ciencia. Supongo que alguien se tenía que sentar en aquel trono vacío para seguir siendo adorado. Pienso entonces que el asesinato simbólico de Dios quizás no haya sido la mejor de las ideas. ¿Podemos volver atrás? ¿Resucitar a Dios? A mi la verdad es que no se me ocurre como. Personalmente considero que el mejor camino por ahora es el de una huida hacia adelante. Es decir, asesinar al capitalismo. Este debe ser un crimen perfecto. Limpio y eficaz. Por eso es que lo que debe ser asesinado es la economía misma entendida como disciplina. Mataremos al Dios desde la base, le cortaremos las piernas, y quien sabe; bajo sus cenizas crecerá uno nuevo. Más amable y humano. Quizá mejor. Esa es mi esperanza.

    Saludos desde el sur del sur.

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  6. Están tan delimitadas las ciencias y actividades humanas que los que estudiamos mucho de todo pero no llegamos a tener el papel, a veces sentimos que no somos nada... Si no entrás en ninguna categoría, ¿qué sos?
    Un gran abrazo sureño.

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  7. Si no entras en ninguna categoría eres un paria. Si toleras el dolor de ser un paria sin desmoronarte, entonces te transformas en el übermensch.

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