jueves, 24 de febrero de 2011

Contestación a la Doctora Sol Guerrero en referencia a su repuesta al artículo "Agradecer, pedir y elegir creer".

Realmente existen pocas personas tan honestamente
comprometidas con el conocimiento como
Sol Guerrero y Pini Rafaele.

Las próximas líneas son una contestación a la contestación que la Doctora Guerrero dejo en mi artículo "Agradecer, pedir y elegir creer". Sus inteligentes planteamientos me llevaron a intentar sacar lo mejor de mi. Cosa que el perezoso ser que habita en mis adentros agradece. Aprovecho para recomendar el blog En busca del tiempo., donde ella y su pareja sentimental Pini Rafaele escriben, regularmente, con admirable talento.

Estimada Sol Guerrero:

Esta vez Estrella se equivoca. Lo verdaderamente complejo es seguirte a ti. No por lo extenso de algunas de tus respuestas sino por su sutileza. Reconozco además que me siento más cómodo entre enemigos o adversarios que con amigos. Esto ya forma parte de mi insanía personal, que si bien elijo transformar cada día, la tengo. No se, puede que la realidad no esté dividida entre blancos y negros, sin embargo todo resulta más claro, menos culpógeno, cuando las cosas se miran de esa manera.

Locuras y caprichos aparte, paso sin más dilaciones a mi respuesta. Comenzaré por el principio: Coincido contigo en la diferenciación que planteas entre pensar y creer. Desde esa óptica, yo también me decanto por pensar. Sin embargo mi propuesta es diferente. Acá la dicotomía es entre elegir creer y no hacerlo, entre ser libre y no serlo. Y digo libre porque la creencia no necesariamente actúa como un condicionante. No cuando ésta ha sido elegida. De hecho, permanentemente "creemos", o dicho en otros términos, damos por sentados ciertos aspectos de nuestra realidad. Como por ejemplo que el color rojo es rojo, o que el mundo que percibimos a nuestro alrededor es auténtico, verdadero. Lo que no solemos hacer casi nunca, aquello que verdaderamente marca la diferencia entre el que vive y ese que para su suerte o desgracia es vivido, viene de la capacidad de elegir esas creencias o epistemologías. Por cierto que, en esta dicotomia entre libertad o esclavitud, pensar, se hace absolutamente necesario. Pues no es posible elegir si primero no hemos pensado.

Se puede decir por tanto que siempre tenemos la oportunidad de elegir. El problema sobre los condicionantes radica en que el reto de la respuesta siempre será mucho mayor a más condicionantes tengamos. Y por tanto, la libertad, será importante, más valiosa. Aclaro de ante mano que sin bien las religiones actuaron como condicionantes en el pasado, no creo que fueran condicionantes tan severos como esos que hoy nos impone el objetivismo del libre mercado. Creo, o elijo creer que el mundo cambió, pero no mejoró. La prueba está en la salud mental de las personas. Supongo que por eso es que hoy, los libres son más libres que nunca pero por desgracia, los esclavos, son también más esclavos de lo que jamás pudieron nunca haber imaginado ser.

En cuanto a nuestra diferenciación entre otras especies y la relación entre esta diferenciación con el hecho de que tengamos un lóbulo frontal, te diría que una vez más me parece que todo pasa por la epistemología de referencia. Bateson (mi particular Castoriadis de cabecera) plantea una interpretación de la realidad natural en la cual la evolución no surge por azar sino como causa de una estructura inmanente de equilibrio. El Darwinismo, si bien fue contracultural en su momento, es en estos días un firme aliado de los intereses más oscuros, esos que buscan justificar un modelo económico basado en la inhumana competencia, en el más maldito y absurdo de los sinsentidos. Quien sabe, puede que hoy el mundo sea más sartreano que nunca, aunque quizá no necesariamente haya sido siempre así. Da igual. Volvamos al dichoso lóbulo frontal. En principio te puedo responder que desde una mirada batesoniana, afirmo con toda seguridad que ningún lóbulo frontal puede ser entendido por separado, alejado de su relación con el cuerpo, y ni mucho menos sin contar con los aspectos mentales y existenciales de la persona. Y es que nuestra biología, por naturaleza, cumple la función del equilibrio. El lóbulo, la racionalidad, el misterio de la conciencia, ejerce por tanto una labor, o más bien una maravillosa oportunidad. La oportunidad de elegir si formamos parte o no de las leyes del equilibrio, es decir, si entramos en armonía con la naturaleza o simplemente decidimos cagarnos en ella (desde ya que pido perdón por las malas palabras).

No se si a estas alturas me estás siguiendo. Supongo que sí, pues tanto tu como Pini, sois personas mucho más inteligentes de lo que yo jamás seré (y aun así sois felices... ¡Que misterio!). A lo que voy es a que, los rituales, ya sean estos religiosos o no, han sido desde el principio de los tiempos la puerta mediante la cual nuestras conciencias volvían a re ligarse con ese "gran sistema", con ese todo ecológico, con esa naturaleza de tipología lógica superior. Una suerte de "terapia popular milenaria".

Me encanto tu reflexión acerca del concepto de vivir como un riesgo que debe ser corrido. La verdad es que no podemos entender, como bien dice Morin, la vida sin la muerte. Imagino que eso se debe a que la muerte, la finitud, ese psicoanalítico instinto, resulta el verdadero motor de la vida. Te recomiendo la lectura del "viaje a ixtlan", un imprescindible manual de vida que se inspira en la muerte como principal consejera para afrontar esta nuestra la vida.

Continuando con mi contestación, que a estas alturas, por lo estético, ya casi parece un baile, te diría Sol Guerrero que desde mi personalísima óptica elegir creer y elegir ser son la misma cosa. Pues cada vez que una persona toma una decisión libre, responsable y sin excusas; se define. Debe ser por eso que mi maestro siempre me decía que en esta vida no había terapia más grande que la vida misma.

Planteas también el hecho de que no solamente las comunidades religiosas son un freno ante la aculturización  provocada por el libre mercado. Acuerdo. Aun así insisto en que, mal que bien, no dejan de ser un freno. Y sabes, amiga mía, que nuestro enemigo es poderoso y que no nos sobran precisamente demasiados frenos. En que para nada la elección de una creencia tiene por que ser incompatible con la razón ni con una lectura crítica de las situaciones sociales que nos atraviesan. Porque al final, como has señalado más arriba, todo tiene que ver con lo vincular, o con como cada uno utiliza o se vale de las religiones o de las comunidades religiosas. Dicen que Pablo Neruda fue un hombre de Fé y que Hitler un ateo. Eso no demuestra nada. A lo sumo como cada uno de ellos utilizó su particular fe y ateísmo para afrontar la existencia. Igualmente repito: No solo las comunidades religiosas sirven como un freno a la inhumanidad. Existen multitud de organizaciones sociales que con impresionante valor se alzan ante el postmodernismo banal, manteniendo encendida la llama de la esperanza de un posible mundo mejor. Solo digo que la diversidad de creencias, de epistemologías, de filosofías de vida, de organizaciones, de creencias; no solo suma sino que multiplica, Que la diversidad, al igual que en un ecosistema, es la característica principal de ese enigma que los psicólogos llamamos salud.

Y finalmente, en referencia a tu cómica incapacidad de matar moscas a causa de tu conexión con lo natural, permíteme comentar. La naturaleza es violenta. Mata y muere. Eso sí, siempre bajo las leyes del equilibrio. Es por eso que matar a una mosca, siempre y cuando no obedezca a una perversión del intelecto, de la razón, es a mi juicio la más natural de las reacciones.

Solo decirte que ha sido un placer contestar tu contestación (Cibernética de segundo orden pura y dura). Pedirte disculpas por mi demora y aclararte que esta se debió a cuestiones de carácter personal.

Saludos a ti y a tu preciosa familia.

Contestando desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

viernes, 18 de febrero de 2011

Sobre la crisis en los países árabes.

Se insiste desde los medios en que la crisis de los países árabes proviene de la ausencia de representatividad democrática. El que quiera creerlo que se lo crea. Yo más boludeces no compro.

El presidente de los Estados Unidos de Norteamérica
George W. Bush y el repentino "supertirano" mediático
Hosni Mubarak.
Veamos: Ninguno de estos gobernantes árabes han sido precisamente grandes ejemplos de democracia o de libertad de expresión. Ésto esta muy claro. Sin embargo considero que esta lectura, la que habla de ausencia de democracia, funciona más como un autoengaño para las potencias occidentales y sus adormecidos ciudadanos que como una realidad. Lo cierto es que en los dos países donde el estallido se inició, Túnez y Egipto, se daba una particularidad común: Ambos eran protectorados de las potencias del norte. Y como buenos protectorados que eran, que son, también fueron y son buenísimos alumnos del  libre mercado. Fíjense en otra curiosidad: El hecho de que los grupos islamistas no fueron precisamente la punta de lanza de estas revueltas, aunque ellos hayan sido los más afectados por la dura represión. ¿A que se debe entonces este conflicto? La respuesta está en los "insurgentes". Personas criadas a la manera occidental, usuarios de twitter o facebook, fanáticos de las series estadounidenses y admiradores de Shakira o Eminem. En resumidas cuentas: Occidentales pedorros viviendo en un pseudooccidente empobrecido y miserable. Y es que estos alumnos modelo para el norte, quizá olvidaron aplicar la democracia occidental, peno fueron muy estrictos al implementar los famosos ajustes y reformas laborales que tanto complacen a los más poderosos.

El hiperdemocrático presidente estadounidense Barak Obama
y su odiado archi-enemigo Hosni Mubarak.
En resumen, Los llamados "días de la ira" se están dando a causa de la parte menos islámica de sus estados. Son los sectores más occidentales, ajenos a la importante contención económica y social de las redes de reparto y solidaridad musulmanas, los que están sufriendo los estragos de la miseria provocada por el neoliberalismo salvaje.

Alguno me dirá, "¿Y por que piden democracia?". Yo le contesto que un país que se levanta contra sus gobernantes no tiene necesariamente que conocer la solución para salir de su malestar. ¿O acaso todos los ciudadanos franceses que se alzaron contra la monarquía absolutista tenían las ideas liberales en la sangre? Para nada. La ideas liberales actuaron como bandera identificatoria, como símbolo de unión frente aquella angustia, como un agónico último tren ante el cual solo queda subirse o morir. No señores. Esto no es por la democracia. Es por la injusticia, por el dolor, por la ira.

En las últimas horas, mientras escribo, se han sumado protestas en Irán, Barhein y Libia. Os aseguro que Libia e Irán son los países que menos probabilidad tendrán de caer. ¿Porque? Porque a diferencia de Barhein, que está considerada "la suiza del golfo pérsico" y un protectorado de occidente; los otros dos países son, por sus peculiaridades, demasiado ajenos a la cultura del sistema llamado libre mercado.

El heroico presidente Bush jugándose la vida por los
derechos humanos frente al malvado Rey de Bahrein.
Y es que esta no es una crisis del Islam, ni tampoco una crisis de la representatividad democrática. Esta es una crisis más del neoliberalismo, que al igual que una cuerda estirada en exceso, se ha roto por su eslabon más debil. No se si os dais cuenta pero he dicho "una crisis más". Digo esto porque está sucesión en cadena de estallidos de mercado comenzaron hace alrededor de 10 años, cuando un lejano país del sur, antaño potencia mundial, comenzó a ser despedazado y desguazado por corporaciones financieras que lo llevaron a su ruina. Supongo que la mayoría sabrán ya de que país estoy hablando: La República Argentina.

La crisis Argentina fue la primera pero no será la última. Los países occidentales tratan de hegemonizar la interpretación de los sucesos árabes, de condenar a estos a una lectura única e infantil. Tienen motivos de sobra. Pues hace tiempo que el mercado intuye esta crisis. Os parecerá una locura, ya sé. Sin embargo, desde una óptica sistémica se sabe que toda organización posee características mentales propias.

La crisis Argentina es análoga a las crisis árabes.
Así como a las crisis europeas que pronto llegaran.
Características mentales, quizá básicas, que la hacen que el sistema finaciero, como en el caso de una célula viva, se defienda frente al peligro de su desaparición. Quien sabe, puede que esta represión de la información sea algo inconsciente, también podría ser un plan urdido por individuos. O bien una combinación de las tres. Es difícil de saber. Porque cuando se habla de sistemas, de estructuras intersubjetivas de carácter inmanente, resulta muy difícil saber la verdad exacta. Sí podemos, en cambio, predecir el futuro. Un futuro de orden estético en el que, como las ondas hechas por una piedra arrojada a un estanque, las crisis se irán repitiendo con características analógicas similares. De esta forma pronto las ondas, la gente en las calles, las represiones brutales, llegarán inevitablemente a una cada vez más socialmente empobrecida y triste Europa.

Se vienen tiempos difíciles, interesantes y nuevos. Los ciclos se están acortando. La Argentina es la punta de lanza, la proa del barco de la historia. Como resolvamos la situación post-crisis de 2001 dará la pauta o las pistas necesarias a los pueblos del resto del planeta.

Estamos escribiendo el futuro. Hoy. Por primera vez, la esperanza de un mundo mejor no solo resulta posible, sino casi cercana, tangible. La hora de los pueblos parece que, por fin, ha llegado.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

Como las ondas en el agua las
cirisis sociales se acercan
 inevitablemente
 a Europa.

jueves, 10 de febrero de 2011

Pedir, agradecer y elegir creer.

Los psicólogos trabajamos con la subjetividad. ¿Que significa eso? Que no tenemos tuercas para desatornillar, ni órganos para operar, ni bisturís,  ni nada. Trabajamos con lo intangible. Con estructuras estéticas. En otras palabras, con las leyes de la belleza. Repito y desarrollo: Cada modelo psicológico es un intento de entender esas pautas estéticas inmanentes a todo los vivo. De como éstas nacen, viven o mueren. Todos lo psicólogos, con mayor o menor torpeza, nos dedicamos a ello.

Trabajamos con leyes invisibles.
Estas leyes son estéticas.
Los psicólogos trabajamos con la belleza.
Aclaro esto porque en las siguientes líneas voy a hablar sobre Dios. No entendido como como algo objetivo sino como realidad subjetiva e interpersonal. Pues Dios, al igual que sucede con el amor o con la risa, es una realidad fenoménica incuestionable. Vivenciada por millones de personas en este planeta. Recuerdo como alguien muy querido siempre me decía que las cosas que más nos pueden afectar resultan imposibles de ser tocadas, medidas o pensadas. Así, que Dios exista en términos objetivos, o no, es algo que honestamente me importa bien poco. El Dios del que voy a hablar habita en los corazones de las personas, sean estas creyentes, agnósticas o ateas. Es un sistema. Un conjunto organizado de creencias compartidas internas y externas que, con diferentes formas y mensajes, ha sido el permanente compañero de viaje de nuestra especie desde aquel lejano día en el cual nuestra conciencia despertó por primera vez.

Paso sin más preámbulos a la historia que da origen a estas líneas. Hace algunos años me tocó trabajar con una persona que estaba a punto de perderlo todo. O al menos todo aquello que en aquel momento le resultaba importante en su vida. Recién comenzábamos a conocernos, cuando por esas casualidades o causalidades de la vida, ocurrió algo que la llevó a un estado prolongado de pérdida de conciencia. Cuando despertó, habían quedado grabadas en su mente tres palabras:  Agradecer, pedir y creer. Estas palabras fueron la base de su proceso de crecimiento posterior. Pero también dejaron una huella muy importante en mí. Decía el gran Carl Whitaker como un buen terapeuta era aquel que apostaba su propio crecimiento junto con el de su paciente. Esté caso fue un claro ejemplo de ello.

Agradecer.

El mercado fomenta valores omnipotentes pues
la persona omnipontente siempre quiere más.
El occidental promedio vive permanentemente bombardeado por la cultura del "imposible is nothing", de la omnipotencia. Decía en otros escritos como la omnipotencia era la creencia más o menos asumida por las personas de que en esta vida todo se puede, o al menos más de lo real y humanamente posible. La omnipotencia es un componente psicológico que no acepta límites. Marcado por la arrogancia. Una consecuencia de ello es que cada vez nos creemos más responsables de nuestros éxitos, sin darnos cuenta de que al hacerlo, ampliamos el círculo de nuestros fracasos, de nuestras culpas. De esta forma, la mente omnipotente realiza el siguiente diálogo interno: "si creo que todo lo puedo en esta vida y fracaso, entonces ese fracaso será culpa mía".

Agradecer a Dios, como cada uno desee entenderlo, nos permitirá renunciar a nuestra omnipotencia. Darnos cuenta de los múltiples factores externos existentes a nuestro alrededor, haciéndonos más humildes, y quizá incluso un poco más sabios. Ya que al no creernos tan importantes, no nos vanagloriaremos de nuestros éxitos pero tampoco nos hundiremos con nuestros fracasos. Además, al igual que en las religiones orientales donde atención sobre nuestros diferentes estados de conciencia resulta vital, agradecer nos dará la posibilidad de tomar una conciencia más clara de los aspectos más saludables de nuestra vida. Decía Ronald Laing que en esta vida, lo obvio, resultaba aquello más complejo de ver para todos nosotros. Así, agradeciendo, cada día, levantamos el manto que cubre nuestras pequeñas felicidades cotidianas.

Pedir.

Pedir es reconocer una carencia o limitación. Aceptar el hecho de que el éxito o el fracaso será análogo a ese ave lejana, visible pero inalcanzable llamada destino. Demasiado ajena a todos nosotros. No será posible por tanto culparnos o enorgullecernos demasiado frente a él. Pero no nos engañemos, pues pedir, en términos espirituales, será también un compromiso activo en el cual elegiremos caminar hacia aquel deseo abiertamente reconocido y expresado. De esta forma, pedir nos hará responsables de nuestras peticiones, instándonos a avanzar humildemente en dirección a ellas. De este modo, aquel que pide a Diós, desde una verdadera honestidad espiritual, sentirá una paz trascendente, superadora y duradera. Más allá de la consecución, o no, de lo que por nosotros fue pedido. Así es que "Pedír", a diferencia del clásico exigir, será la puerta de entrada a un estado de conciencia más saludable del ser.

Elegir creer.

Recuerdo un pasaje del "Viaje a Ixtlan" donde Don Juan le expresaba a Carlos Castaneda como sus enseñanzas precisaban de algo que él llamaba "elegir creer". También vienen a mi mente las palabras de Kierkegaard cuando hablaba de como el hombre, para vivir con fe, necesitaba sí o sí dar un salto hacia el vacío, un salto de fe. Un reconocido y muy criticado autor popular proponía su personal versión de esta idea: Vivir es correr riesgos.  Saltar al vacío, elegir creer, tirarse a la pileta... todas ellas metáforas que me recuerdan muchísimo a Sarte con su concepto de hombre "arrojado al mundo". Creo que la diferencia consistirá en que algunos se arrojarán mientras que a otros, a causa de su pasividad, serán arrojados. Así se crea el dilema: Arrojarse o ser arrojado, vivir o ser vivido, existir o ser existido.

Un salto de fe
Hacia un mundo nuevo
Hacia un hombre nuevo.
Eso es pues "elegir creer". Una forma de decidirse de manera libre y responsable por una concepción del mundo, una brutal apuesta hacia la vida, un compromiso activo con una existencia determinada. Para algunos será desde la fe, para otros quizá desde la política, puede que muchos se decanten a su manera por las dos. Pero lo cierto es que la fe, ya sea desde el renovador "un mundo mejor es posible" o desde la libre entrega a ese "poder superior", sin duda nos liberará, haciendo de nosotros hombres y mujeres nuevos, mejores.

Sé que son muchas las personas que descreen de la religión. Comprendo sus motivos. Algunos dirán que su desconfianza proviene de los manejos de las iglesias. Comprendo sus motivos también. Como no hacerlo si yo pensaba de igual manera. Pero este es un mundo postmoderno, otra realidad. Lo que era malo antes es ahora maravilloso en comparación con lo que se viene. Es verdad que por desgracia Benedicto y sus amigos están apoyando desde hace muchos años al bando equivocado, a ese que los barrerá a ellos inmediatamente después de habernos barrido a todos los demás. De hecho, ya está empezando. Y si no mirad la televisión. Viereis como los grandes grupos económicos, esos a los que tanto apoya la alta jerarquía eclesiástica, fomentan desde los medios de su propiedad despiadadas y cínicas críticas a toda forma de fe. Un caso increíble es el del presidente Berlusconi en Italia, al que ya solo le falta violar a una niña de doce años delante del Papa para que desde el Vaticano, por fin, se tome la decisión de retirarle el incondicional respaldo recibido hasta ahora. Sin embargo, las pésimas decisiones tomadas por un pequeño grupo, ya al borde de la extinción, no deberían confundirse con el verdadero espíritu de las Iglesias, ese por el cual el mercado también las tiene en la mira: Los valores comunitarios. Y es que no olvidéis que allí donde hay una comunidad organizada con una epistemología común, el neo liberalismo miserable lo tendrá mucho más difícil para penetrar.

Ojalá, cada uno desde su lugar, fe o ideología se siga jugando por aquello que cree. Porque hoy, para esos cientos de pueblos que viven atrapados bajo el yugo del imposibilismo, del racionalismo agónico e inmovilizante, elegir creer quizá hoy sea su única y última esperanza.

Mi esperanza.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La angustia.

Existen dolores que jamás se superan, imposibles de ser negados y que seguro nos dejarán cicatrices de por vida. No cabe duda de que estos son los peores, pero también pueden ser paradójicamente los mejores, pues nos obligarán a hacernos más humildes al aceptar las limitaciones de lo poco que podemos hacer frente a ellos. Esta es la encrucijada por la cual todos pasamos en algún momento de nuestras vidas: Aceptar o negar.  Negar es silenciar, algo así como decirnos "duele pero no lo escucho". No obstante, lo cierto es que aunque no lo escuchemos o no queramos escucharlo, por mucho que miremos para otro lado, el dolor, seguirá estando. Solo que esta vez en forma de angustia. La angustia es ese ahogo permanente, un sentirse morir a cada momento, leve y constante a la vez. Tanto que incluso, con el tiempo, hasta te acostumbras. Aprendes a vivir con la angustia como cortina de fondo de tu vida. A reírte sin ganas, a comer sin ganas o en definitiva: A vivir sin ganas. Podemos recorrer así el camino de nuestra existencia durante décadas completas. Escapando del pozo de nuestro dolor para terminar asfixiándonos en el fatal abismo nuestra la angustia.

La angustia es una señal que el cuerpo emite ante el
dolor negado. También puede servirnos de impulso.
Y es que la angustia es como el olor a basura. Una pestilencia irreconocible producida por una enorme cantidad de sentimientos encerrados, mezclados y pudriéndose en la oscuridad. Sin embargo amigos míos, esa no es precisamente la función de la angustia, el motivo por el cual nos fue "dada". Ella, no nos odia. Tampoco busca hacernos ningún mal. Solo nos grita agónica. Como el último suspiro de un moribundo, susurrándonos al oído que algo huele a podrido en Dinamarca. Un "algo" que nos quema, pero que por miedo es negando hasta el agotamiento, nuestro agotamiento. Y así volvemos al dilema planteado al principio. Aceptación o negación. Pues al igual que podemos aceptar nuestro dolor, volviéndonos más humildes, sensibles hacia el sufrimiento ajeno, y quien sabe, quizá incluso mejores. También podemos hacer lo mismo frente a nuestra angustia. Atender su mensaje para después, libremente, hacernos cargo y elegir que hacer con él. Algunos buscarán una terapia. Otros se decidirán por compartir su dolor junto a un ser querido. No faltarán aquellos que se desahoguen solos, a través de sus lágrimas. Y finalmente puede que unos pocos simplemente elijan irse a la mierda. Si, he dicho a la mierda. Porque no olvidemos nunca que además de una señal, que aparte de una trágica, agónica y sutil vivencia ahogo; la angustia será también un viento. Oscuro, pero un viento. E impulsados por él, hombres, mujeres y pueblos enteros se han embarcado desde el inicio de los tiempos en infinidad de maravillosos viajes, creaciones, o incluso dulces revoluciones. No sé que más decir. Que cada cual se juegue valiente por aquello que considere más honesto, más propio de su naturaleza interna. Mientras tanto, mientras cada cual decide como vivir ante la mirada de nuestra pálida amiga llamada Angustia. Siempre podemos simplemente seguir viviendo, sobreviviendo.

Con dignidad.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

Gracias a Marisa, Pini, Catalina, Blanca y Stella por sus invalorables aportes. Y como olvidarme de Laura, cuyas palabras le dieron el impulso necesario a las primeras líneas de este escrito.