lunes, 26 de julio de 2010

RECUERDOS DE UN NORTE QUE ALGUNA VEZ FUE SUR

Viejos dinosaurios nos recuerdan un tiempo
pasado que sin duda fue mejor.
Hoy me encontré pensando en mi infancia... en aquella cuidad industrial, gris y semiderruida que todos sentíamos como la más hermosa del mundo. Allí donde la manifestación, la lucha, el debate y la esperanza por un mundo mejor eran paisaje cotidiano, telón de fondo de mi vida. Pasaron los años, llegaron los Euros y gracias a ellos todo huele mejor, esta mas limpio y ordenado. ¡Donde esta mi ciudad! a donde se la han llevado... traédmela de vuelta -digo en voz baja- no quiero que nadie me escuche pues me da mucho miedo que me llamen loco, no está bien visto. Sin embargo cuando vuelvo a la Atenas de mi niñez, me doy cuenta de que no siempre fue así.

¿A donde fueron? El vacío es la única respuesta.
Y es por eso que aún se extrañan aquellos viejos locos de la década del sesenta, setenta y ochenta; se decía de sus planteos que eran poco ajustados a la razón, que carecían de practicidad, que no tenían lugar en este mundo. Hoy ya no están más y a los nuevos locos solo se nos permite estar cuerdos, encerrados en una prisión pensamiento racional, enloqueciendo "en secreto" mientras soñamos con el día en el cual podamos encontrar en nuestro agotado corazón, esa llave de esperanza que nos permita escapar de la cárcel impuesta por y para nuestras nuestras mentes.

Quizá sea un hombre afortunado después de todo, ¿Que fortuna mayor que la de saber que los verdaderos paraísos no se hallan en Cancún? Mis recuerdos son tesoros, brillantes perlas guiándome sigilosas con su luz, cual brújula infalible que siempre apunta al sur. Así, encontrándome con las memorias de quien alguna vez fui, descubro sorprendido que mi norte fue un sur y que el sur será para siempre, mi destino.

sábado, 24 de julio de 2010

PASOS HACIA ADELANTE

Hace un año, más o menos, coincidí en una reunión con un hombre honesto, dedicado, apasionado por su vocación, la política. Una pasión que, hasta donde sé, ejerce con total austeridad y honradez. Dedicado como pocos, asumió aplicar su conocimiento y sus ideas con convicción y destreza, con un objetivo claro, el bien común. Sabiendo de esta manera que quién tenía delante de mí, era sin duda, una buena persona.

La legalización de las drogas
es un tema en el que los "grises"
ganan a los "blancos y negros"
Digo esto porque ante todo ese hombre, honesto y de valores admirables, mas allá de su ideología y perspicacia, que defendía la legalización de las drogas como solución a la lacra del narcotráfico, se presentó – seguramente sin deseo de hacerlo- como mi adversario. Lejos de verlo ni sentirlo como un enemigo, crucé argumentos, idas y vueltas durante toda una noche, intentando llegar a aquella digna conclusión que dicha conversación merecía.-

Su postura resultaba más que contundente: La ilegalidad de las drogas alimenta y fortalece a las mafias que comercian con ella. Mafias que corroen mediante sobornos y extorsiones a las instituciones del Estado, que instalan el miedo en los barrios, en las familias y finalmente, en nuestros propios corazones. Planteaba que la legalización dejaría sin producto que vender a los narcotraficantes pues el comercio de éstos pasaría a manos de empresas privadas controladas por el aparato estatal. Postulaba también, de manera fervorosa y hasta esperanzadora, que la “calidad” de las sustancias sería “mejor” y que con la consiguiente recaudación impositiva se podrían subsidiar tratamientos gratuitos para los adictos.

Una época dotada de un romanticismo especial.
Finalizo su disertación recordando la llamada ”ley seca” estadounidense, que allá por los años veinte inundó a los estados unidos de organizaciones delictivas relacionadas con el tráfico ilegal de alcohol, como reseña y aval histórico que argumentaba de una forma más su posición casi impenetrable.

Así, como aquel que siente la satisfacción por el deber cumplido, mi adversario termino de explicar con contundencia su postura.

Los presentes, jóvenes fascinados con el carisma y claridad del orador no aguardaban mi respuesta, solo esperaban mi rendición.

Que facil sería un enemigo.
Los adversarios me hacen pensar
¡Que fácil sería contestar a un enemigo! -Pensé- Sólo tendría que llamarlo defensor de la muerte, corrupto o directamente asesino. Sin embargo no me constaba que él fuera ninguna de esas cosas y además, haberlo increpado con tal sagacidad solo hubiera servido para que mi postura, que es la de muchos otros, quedara catalogada ante los presentes como dogmática. Propia de uno de los innumerables fanáticos que hay en este mundo - aquellos que a fuerza de su obcecación, crueldad y estupidez terminan dando legitimidad moral a cualquier planteo, postura o ideología a la que combaten- y sinceramente no aportaba al objetivo en cuestión, el cual no se centralizaba en el sujeto orador, sino lo hacía plenamente en la temática, que rasguñaba el clima intentando aliviar la tensión.
En principio no sabía bien que contra argumentar. La claridad con la que mi oponente había encarado el tópico, y su integridad a la hora de explicarlo , me había tomado por sorpresa y dejado en evidente desventaja frente a los asistentes a dicha reunión , que sin saberlo se habían tornado con sus gestos, murmullos y comentarios esporádicos, en jueces de aquella simbólica contienda.

Solo había una cosa a mi favor: Mi corazón. Ese corazón que me decía, que pese a toda lógica formal que revestía aquel esplendoroso argumento, algo “no andaba bien en todo eso” e imitando esa sensación de escalofrío que nos entra en el cuerpo cuando sentimos algo antinatural e insano mi cuerpo percibía que el camino no era tras los pasos de aquel aparente y efusivo planteo. Así que durante unos segundos, en los que el tiempo parecía ralentizarse para brindarme el descanso y la inspiración que necesitaba, aproveché para desligarme de fríos razonamientos lógicos y preguntarle a mi corazón. Y este, creo, me contestó. Y lo hizo en forma de recuerdo.

Un recuerdo de años de trabajo precariamente pagados en una entidad estatal, transitando por barrios alejados de esas zonas “cool” de la capital, donde la discusión sobre la legalización de la droga, resulta más un snobismo que un verdadero y sentido debate a vida o muerte. Fue la reminiscencia de jóvenes consumiendo drogas y cerveza en estado de abandono, mientras se visten con gorras y zapatillas de marca de países a los que nunca les dejarán entrar por el mero hecho de ser pobres, la falta de dignidad y de respeto que sufren hoy en estas comunidades las mujeres: niñas, ancianas y madres, -sobre todo ellas, las madres, que durante décadas atrás fueron canales de comunicación y solidaridad, íntegros pilares de amor de una familia- , la memoria de barrios donde antes de la llegada de la cultura del “consumir para pertenecer” encontrábamos dignidad en la pobreza, bien lejos de la cultura del celular, del plasma y la miseria. Todo eso y tanto más fueron las vivencias que me hicieron ver la luz al final de aquel túnel que tan difícil se me hacía transitar a través del raciocinio.

El mercado está allí donde ni la justicia ni la dignidad han llegado.
Cuando por fin salieron las primeras palabras de mi boca, pude apreciar con amplitud y claridad el problema de la adicción en el mundo como, el resultado de una estrategia económica global de inducción hacia el consumo compulsivo de objetos (entre ellos la droga), donde el auténtico precio a pagar es la falta de libertad. Legalizar la droga significará sacar el veneno de las manos de los traficantes -comencé a decir-, y entregarlo en manos de corporaciones. Un futuro negocio de millones de dólares invertidos en marketing para acrecentar el reconocimiento y fomentar la eventual necesidad de la sustancia, con slogans en los que el nuevo “sabor del encuentro” inundará el país de creativos anuncios televisivos y afiches dirigidos a nuestros hijos, brindándoles una divertida anécdota para comentar en la escuela, cargada de cinismo y desvergüenza como un plus que el generoso negocio se atreve a regalar.

Dirán los defensores de la controvertida postulación -reflexioné ante los improvisados enjuiciadores- que esto que señalo es una exageración. Adjudicando que en una hipotética legalización, ciertos excesos serían controlados por el estado. Olvidándose – objete- que una vez legalizada la droga, con toda certeza, el estado se vería acorralado por lobbys corporativos fanáticos de la desregulación. Hablando claramente: Teniendo en cuenta que, hoy día, siendo la droga algo ilegal, se sabe que aporta fondos para muchas campañas políticas, generando el intrigante cuestionamiento de cual será el número de gobernantes que tratarán de comprar ese dinero -perdón quise decir financiar- cuando sea legal? ¡Por favor, no seamos inocentes!

Continué respondiendo cada vez con mayor confianza y virtud a la supuesta “mejoría en la calidad” de la sustancia. ¿Cuál sería el profundo deseo que impulsaría a las empresas a impedir, una vez instalado el producto en forma masiva, vender drogas de “primera y segunda calidad” para diferenciar entre ricos y pobres? ¿No sería análogamente, al igual que la diferencia que se hace entre los vinos espumantes y los tetrabrikes, un generador de abismos entre los afortunados pudientes y los marginados que por desconocidos motivos se encuentran hoy, no solo en la periferia de las ciudades sino también en las del mercado? ¿Qué calidad les tocaría a los menos “suertudos”? ¿Calidad tetrabrik?

Temo que el progresismo termine siendo
funcional a los intereses de las grandes corporaciones
¿Éstas nuevas corporaciones legales de venta de droga no se defenderían contra esos “abusivos e injustos impuestos” dedicados a financiar tratamientos? ¿No amenazarían con “abandonar el país” o reducir plantilla de empleados si no se cumplen sus exigencias? Entre tanto los vientos empezaban a tornarse favorables, y los murmullos de los casuales oyentes un tanto menos cruciales.

Fue ahí cuando mi adversario me recordó, con la fiereza de un gato panza arriba que se ve acorralado, el fallido intento de la ley seca. La verdad – aludí, intentando responder con total franqueza-, que no sabía que decirle al respecto, menos aun como desterrar aquellas conjeturas inconexas suponiendo que para él comparar los experimentos sociales del Estados Unidos de mil novecientos veinte con la Argentina de dos mil diez tuviera mucho sentido, un sentido que al menos yo no lograba encontrar en la experiencia del día a día. Cuando uno de los asistentes a la reunión bromeó sobre cuanto duraría Al Capone en Fuerte Apache y la gente río, la contienda ya quedó dada por finalizada.

Hoy, pasado el tiempo, pienso que quizás mi adversario tuviese razón, quizá sería mejor retroceder ante el avance del narcotráfico y legalizar las drogas, puede que estuviéramos ante un mal menor que el actual, no lo se.

El derecho de los pueblos a existir con dignidad.
Lo que si se, es que las miles de personas, madres, padres, jóvenes etc. que todos los días se levantan de la cama y a su manera, con sus recursos, luchan por un barrio mejor, más sano, libre de drogas y en definitiva, mas digno, no nos están pidiendo que retrocedamos ante el narcotráfico. Ellos creo, no demandan que demos pasos hacia atrás. Nos reclaman a gritos que recuperemos el terreno perdido, que se haga cumplir la ley, se encarcele al policía que hace la vista gorda, al vecino que trafica, al político corrupto que “apaña”. Y que de una vez por todas tracemos entre todos una primera línea divisoria que diga ¡Hasta aquí hemos llegado! y que a partir de ese día, en lugar de seguir dando pasos atrás comencemos finalmente a dar pasos, hacia adelante.

Unai Rivas Campo.


Gracias Ayelen...

viernes, 23 de julio de 2010

PENSAR SISTEMICAMENTE, SENTIR SISTEMICAMENTE, VIVIR SISTEMICAMENTE

Un cuervo esta Viendo a otro cuervo dando un paso
 hacia la cibrnética de segundo orden.
Mis escritos son sistemas, nacen, se alimentan, crecen, tratan de seguir existiendo, se defienden e incluso comienzan a vivir por si mismos a través de los ojos de mis lectores (jajaja como si tuviera alguno). Esto, que de diferentes maneras lo he escuchado decir a muchos poetas, pintores, fotógrafos etc. recientemente creo empezar a entenderlo. Las gentes del arte poseen una capacidad de pensar, percibir y relacionarse con el mundo de orden estético, es decir, pueden Ver metáforas, analogías o pautas de relación. En dos palabras: Ven sistemas. Ver sistemas, con mayúscula, resulta análogo al Ver que Don Juan trataba de mostrar a Carlos Castaneda: Una forma de comprensión de la realidad más allá del simple hecho de mirar.

Ver sistemas implica funcionar al menos durante una fracción de segundo en un estado de conciencia existencial necesario para que se de por ejemplo,aquello que Gregory Bateson llamó aprendizaje III. Sin aprendizaje III no hay terapia alguna. La posibilidad releernos a nosotros mismos y transformar el modo mediante el cual percibimos nuestro universo, se debe al misterio  de nuestra capacidad de comprensión estética. Este es el origen de las famosas narrativas, con las que tanto joden los constructivistas como si hubiesen descubierto América, que si bien son valiosas como concepto teórico, no dejan de ser una de las muchas maneras de aplicar la dimensión estética, curativa y recreadora que posee la capacidad epistemológica humana. De hecho, la terapia familiar, un ritual religioso o un ejercicio psicodramático, son otros ejemplos de modos de aplicación terapeútica de esta potencia estética. Todos ellos hijos de la elegante Epistemlogía que nos brindó pasos hacia una ecología de la mente.

Hasta ahora hemos dicho que la terapia obligatoriamente requiere de un aprendizaje III y que este también requiere a su vez de sensibilidad para la comprensión estética de la realidad. Podemos concluir entonces que un buen terapeuta necesariamente ha de ser un artista. ¿Como se transforma  un terapeuta en un buen terapeuta? o sea en un artista? Pensando sistémicamente. Pero como?

Para pensar sistémicamente no sirve estudiar sistémica. Incorporar dentro de la memoria una teoría por muy compleja que sea no hace necesariamente que la adoptemos como forma de pensamiento. Son muchas por ejemplo las personas que conocen la Biblia casi de memoria pero que sin embargo distan mucho de ser verdaderamente Cristianas. Se dice de estos, que son más bien cristianos de lengua y no de corazón.

Un ecosistema es una entidad en si misma más allá de los
elementos que lo componen.
Y es esta última palabra, corazón, la que resulta clave para la resolución del enigma más arriba planteado. Corazón es una forma popular de referirse a los sentimientos. Estos  afectos tienen un origen en lo más profundo de nuestro cuerpo. Cuerpo  por su parte formado por células, vivas, como sistemas que son. No olvidemos que en su origen, Ludwing Von Bertalanffy ideó la teoría sistémica con el objetivo de entender como funciona la vida. En las leyes que rigen las relaciones entre ecosistemas encontramos el que para mi es uno de las mayores aportes aportes a la humanidad por parte de nuestro enfoque teórico: Que todo lo vivo así como todo vínculo que los vivos generamos con nuestro entorno físico o biológico es sistémico. De esta forma, mi vínculo con este artículo, tiene características mentales independientes propias de cualquier sistema. El artículo no es un sujeto de conciencia, es verdad, como tampoco lo es una célula de mi cuerpo, sin embargo en ambos se aplica lo que Ludwing Von Bertalanffy describió hace años: Las leyes de la vida. Entender estas leyes, requiere conectarnos con nuestros afectos, de una manera honesta, sin imposiciones teóricas de ningún tipo (psicoanálisis clásico, te respeto mucho.. pero esta va para ti) aceptar nuestras vivencias afectivas "en si" pues solo de esa manera podremos sentir los sistemas y así disciplinar a nuestra mente para el verdadero pensamiento sistémico. El concepto psicoanalítico de contratransferencia con el que tanto trabajó Carl Whitaker, permite al terapeuta sentir los sistemas inconscientes que conforman el psiquismo de sus pacientes. Es por esta misma razón que hoy por hoy, el psicodrama es la técnica más valorada por los que abogan por una psicología "que funcione" (lacanianos: Esta si va toda enterita para vosotros) pues cuando está bien aplicado facilita la conexión con la sabiduría del cuerpo anteriormente citada y nos muestra, a modo de brújula el camino natural hacia la salud.

¿Podeis sentir la salud de este instante? Estáis VIENDO un sistema.
Decía Pascal que el corazón posee razones de las cuales la razón carece. La razón, la lógica y sus derivados jamás podrán comprender en su total esplendor la teoría sistemica, pues para ello siempre será necesario sentirla. Si pensar sistémicamente es una conexión con nuestros sentimientos, es decir con nuestras alegrías, tristezas, sueños y amores... con lo vital de nuestras existencias, entonces sentir.. necesariamente implica vivir.

Chicos y chicas que habéis terminado la carrera y que estudiáis como loros con algún famosoide de la sistémica para algún día ser como él, a vosotros un consejo: Salid a la calle y empezad a vivir.

martes, 20 de julio de 2010

PENSAMIENTO SISTÉMICO ABIERTO

Tengo un problema.

Tras diez años de profesión he llegado a la conclusión de que soy un psicólogo sistémico. Sin embargo la mayor parte de psicólogos sistémicos que conozco no opinan lo mismo.

Todo empezó hace unos años a finales de la crisis Argentina de 2001 cuando decidí venir desde Europa a la República Argentina para perfeccionarme profesionalmente. El aquel momento este país se encontraba en una situación caótica, es decir muy propicia para aprovechar oportunidades. Tuve la suerte de poder especializarme con los euros que disponía en aquel momento con varios de los mejores profesionales de Buenos Aires y quizá del mundo. La posibilidad de tratar la esquizofrénia, la técnica psicodramática y sobre todo la visión sistémica del universo me fascinaron. Si bien tenía una idea de que era lo que quería aprender, poder ver en la práctica curas que a los ojos de un lego parecían milagrosas no terminaba de sorprenderme.

La incorporación de la visión sistémica de la realidad altero mi vida para siempre. Cuando regresé a Europa me sentía emocionado de poder aplicar en mi país todo lo aprendido. Sin embargo mi querido continente en aquel momento se encontraba en una época de opulencia y no necesitaba de planteamientos teóricos originales ni de miradas alternativas. Encontré trabajo en un "centro educativo" es decir en un reformatorio, donde los conflictos que sufrían los chicos ahí encerrados eran tapados con recursos y oportunidades. Muchos de ellos murieron por la negligencia de haberles ahogado con euros cuando solamente necesitaban un "no" para empezar a respirar. El haber conocido la realidad Argentina del 90 me hacia suponer que pronto se vendría una debacle que mandaría a la mierda toda esa enfermedad maniaca negadora por la que atravesaba el viejo continente. Tengo que confesar que ya para ese entonces extrañaba el "quilombo Argentino". Mi única esperanza era aguardar la crisis inevitable y salvadora que desde abajo muchos vaticinaban...

Pero como no tenía ganas de esperar tanto decidí volverme para el sur.

Hoy puedo decir que me siento satisfecho con mi decisión. Agradecido con este país. Nunca me falto trabajo y todo lo que hice durante estos años me permitió tanto crecer como profundizar en lo aprendido. La mirada sistémica me permitió crear mis propios modelos locales para el abordaje de las patologías más importantes de la actualidad. Este país es generoso en el mejor de los sentidos. Si se te ocurre una idea te permiten aplicarla, quizá no te paguen bien al principio pero al menos te lo permiten. Eso es mucho más de lo que hoy podemos decir de Europa donde en el currículum cuenta más si tienes licencia para manejar vehículos que el modelo teórico con el que trabajas (cualquier compatriota mio sabe que no miento). Esta generosidad Argentina de la cual hoy no me voy a extender en profundizar, te permite intentarlo, te deja hacer y si te sale bien, te respeta.

Pero como bien he dicho al principio no todo es de color de rosa en mi vida profesional. ¿A que se debe mi problema? ¿cuando se manifiesta?

Todo sucede cuando entro en diálogo con otros profesionales, puedo entender el rechazo de los psicoanalistas, gestálticos, cognitivos, lacanianos etc. dado ellos no se valen de la visión sistémica para trabajar, sus "epistemologías locales" no tienen ni tampoco buscan la amplitud de la mirada sistémica. Ahora lo curioso siempre ha sido que por lo general mis opiniones o escritos han tenido mayor comprensión y aceptación por los modelos citados anteriormente que por los que yo suponía mis sistémicos colegas.

Ellos argumentan en ocasiones que mis escritos no son sistémicos pues, por ejemplo, incluyen "términos psicoanalíticos que pertenecen a otras epistemologías" o que reconocen la existencia del inconsciente. Esto último para muchos ha resultado directamente un sacrilegio. Tratar temas filosóficos, existenciales o espirituales a estas alturas resulta algo que simplemente descarto.

Y hoy creo haberme dado definitivamente cuenta del porque.

Los psicólogos y psiquiatras con los que me perfeccioné, gente de edad avanzada, endiabladamente habilidosos, fueron sistémicos de la vieja escuela. Pre-Watzlavick, es decir, anteriores a la aparición de su dichosa "caja negra", previos a que el modelo sistémico, primo hermano del espíritu contracultural y transgresor de los años sesenta, se transformara en una suerte de modelo neo cognitivo vaciado de alma. Los sistémicos que me voy encontrando, obviamente siempre hay excepciones, me resultan más cognitivos que sistémicos, viven muy pendientes de "tirar técnicas", repitiendo como loros las palabras homeostasis, cibernética... pero desde mi punto de vista sin sentirlas. Hoy el otrora orgulloso modelo sistémico se ha cerrado en si mismo transformándose paulatinamente en una pobre epistemología local más. Si Gregory Batesón estuviera vivo, sin duda lloraría.


Un rato... después se secaría las lágrimas y comenzaría a trabajar.


Lo más apasionante de un problema resulta del reto que supone su solución. Esta es de hecho la razón de las líneas que escribo. Los viejos sistémicos se están muriendo, los nuevos no me dan pelota, en fin, no queda otra entonces que crearme mi propio espacio de pensamiento dentro del mundo de la sistémica, lo llamaré pensamiento sistémico abierto en contraposición a lo cerrado y masturbatorio del panorama sistémico actual. Incluirá textos técnicos escritos como a mi me gusta expresar mis ideas: De forma clara y sencilla. Incluiré poemas, análisis políticos, futbolísticos etc. pues lo sistémico es inmanente a toda realidad humana.

Este blog nace de una vivencia de soledad intelectual, de un intento de encontrarme a mi mismo, de parar el balón y ordenarme tras años de viaje. En un mundo donde el amor por el conocimiento ha sido banalizado por la voracidad de un sistema-mercado inhumano y ruin, ésta tratará de ser una isla de pensamiento renegado, donde poderme expresar con esperanza de quizá no estar tan intelectualmente solo. Así que si estáis por ahí, sed bienvenidos.

Vuestro humilde servidor.

Unai.