domingo, 20 de noviembre de 2011

La inteligencia, la sabiduría y la actitud.

Ayer, bajo el post titulado "El origen dela inteligencia", de este mismo blog, apareció el siguiente comentario:




Anónimo dijo...




¿Se pueden controlar las crisis económicas?

La inteligencia permite elegir las mejores opciones para resolver una cuestión.
La actitud es la forma de actuar de una persona, es una forma de motivación que impulsa y orienta la acción hacia determinados objetivos y metas.
La diferencia entre los países económicamente pobres y los ricos no es la antigüedad del país. Lo demuestran casos de países como india y Egipto, que tienen miles de años de antigüedad y son pobres. Por otro lado, tenemos a Suiza sin océano, pero tiene una de las flotas navieras más grandes del mundo. Al igual que Japón, no tiene recursos naturales, pero da y exporta servicios, con calidad muy difícilmente superable, es un país pequeño que ha vendido una imagen de seguridad, orden y trabajo.
Tampoco la inteligencia de las personas es la diferencia, como lo demuestran estudiantes de países pobres que emigran a los países ricos y logran resultados excelentes en su educación. La actitud de las personas es la diferencia. Al estudiar la conducta de las personas en los países económicamente ricos se descubre que la mayor parte de la población sigue las siguientes reglas:
1. La Moral como principio básico.
2. El Orden y la Limpieza.
3. La Honradez.
4. La Puntualidad.
5. La Responsabilidad.
6. El Deseo de superación.
7. El Respeto a la ley y los reglamentos.
8. El respeto por el derecho a los demás.
9. Su Amor al trabajo.
10. Su Afán por el ahorro y la inversión.
Mi conclusión es que no es posible controlar la economía, esta tiene sus propios ciclos, lo que sí podemos elegir utilizando nuestra inteligencia es la actitud de amar a nuestra patria, nuestro pueblo, nuestras raíces…


Y esta es mi respuesta..

Mi querido lector anónimo, disiento desde el respeto. Está claro que ambos partimos de epistemologías de referencia y concepciones morales diametralmente distintas. Paso sin más a comentar algunos aspectos de tu escrito que me han llamado poderosamente la atención:

Inteligencia.
En primer lugar me parece valiosa la diferencia que haces entre inteligencia y actitud. Sin embargo, soy de los que creo que las palabras pierden el sentido cuando estas no son leídas dentro de un contexto de referencia. Si no, quedan como cosas sueltas, perdidas en un océano de huecos vocablos, y con la coherencia de una ensalada. No obstante, supongo que podemos conectar ambos conceptos en el hecho de que, como tu dices, la inteligencia permite elegir "las mejores opciones" para la resolución de una cuestión. Pero... ¿Que es para ti mejor? ¿Qué consideras tu, "un problema"? Esas son las preguntas que deberías hacerte. Porque no siempre la solución más efectiva y menos dolorosa es la de mayor sabiduría. De hecho, si bien es cierto que la inteligencia resuelve los problemas, también es igualmente cierto que no siempre el planteo del poblema es necesariamente sabio. Es decir, saludable en el mediano-largo plazo. Así, podemos considerar, por ejemplo, que una selva es un problema para la siembra de soja y, por tanto, quemarla. Este es uno de los muchos ejemplos posibles que limitan las supuestas bondades de la inteligencia. Por otra parte, considero que, sin sabiduría, la inteligencia queda al servicio de la solución de problemas erroneos y por tanto, al servicio de la generación de una mala actitud. La circularidad de estos términos será crucial para analizar el resto de tus palabras. Ya ves que con solo tirar al aire definiciones no basta...

Sabiduría.
Vamos entonces a la segunda parte de tu escrito. Donde, de una manera quizás algo ingenua, has atribuido el éxito de algunos países a una serie de supuestas cualidades psicológico-morales. Comencemos por aquello que tu llamas éxito. Decirte ante todo que la pobreza de tu mirada me sorprende. Pues, ¿A qué llamas tu, éxito? ¿Cuales son realmente tus parámetros a la hora de definir que es exitoso y que no lo es? Preguntas muy necesarias. Ya que, si el supuesto éxito se debe a la explotación del otro, no veo por ningún lado donde está el crecimiento. Me dirás que así funciona la naturaleza, aludiendo supuestos darwinistas, pero olvidas que las hipótesis darwinistas hace tiempo que quedaron descartadas en las ciencias sociales. Que Wallace desde la biología o John Von Neumann desde el campo económico, descartaron hace mucho tiempo la idea de competitividad por la de equilibrio. Yo personalmente le añadiría otra: la de diversidad. No hay ningún éxito en aplastar al más débil. No reconozco gloria alguna a los que, por no tener recursos naturales, expolian los de otros. Eso es solo rapiña, rapiña antinatural. En otras palabras: mala actitud. De hecho, es muy cierto que Suiza es hoy un país exitoso, bajo los términos que expones claro está. Pero tan exitoso como inmoral. No olvides que dicho país es cuna del mayor oscurantismo financiero, mundo financiero que, dejado a su libre albedrío, ha sido el huevo de la serpiente de la actual crisis internacional. La misma inmoralidad internacional que encontramos en Alemania, Inglaterra, Japón o los Estados Unidos. Donde, sobre todo en el caso de este último, se han liderado las mayores matanzas conocidas por el hombre durante este siglo y parte del anterior. Querido amigo, tu adorado éxito no nace de la moralidad, proviene del imperialismo cruel. De la cultura del sálvese quien pueda. Cultura que por cierto fue aplicada al principio sobre las mal llamadas naciones del tercer mundo, y que con el tiempo, los peor llamados países centrales están aplicando sobre si mismos.
El sistema de libre mercado.
Una serpiente que se devora a si misma.

Y esa es otra clave de tus inconsistencias argumentales. Las crisis no son cíclicas mi querido amigo. ¿Qué te piensas que son como el clima? No, no.. Las crisis, y sobre todo la actual, obedecen a razones y motivos muy concretos. De entre los cuales destaca esa rapiña de la que tan orgulloso pareces sentirte. La terrible actitud moral donde la serpiente, una vez devorado el mundo, termina devorandose a sí misma. ¿Son hoy los griegos más "impuntuales" de lo que lo eran hace diez años? ¿Y los españoles más sucios? ¿Y los estadounidenses? ¿Son más inmorales que cuando aplaudieron alegres la bomba atómica? Cuando quieras amigo te pago un pasaje a Grecia para que les expliques que se tienen que duchar más... ¡Y a horario! Eso sí, no te garantizo que vuelvas, parece que están un poquito enojados. ¡Que inmorales!

Me gustaría profundizar un poco más en la noción de país exitoso, comparándola con la noción de equilibrio. Y es que desde la óptica del equilibrio, no siempre ser rico lo hace a uno exitoso. Creo honestamente que una comunidad Aymara de Bolivia, equilibrada con su entorno, contiene en si misma una dignidad muchísimo más valiosa para el mundo que la miseria humana que podemos hoy encontrar en gran parte de las capitales de occidente. Porque hay una pobreza digna, así como a veces existe una riqueza miserable.

Controlar la economía es jugar en el tablero de lo indigno.
Decidir, es tomar la digna actitud de patearlo.
Voy terminando respondiendo a tu pregunta sobre si se pueden controlar los mercados. Claro que no, nada se puede controlar en esta vida. Lo que si podemos hacer es decidir, es decir tomar una actitud o posición digna frente a ellos. Cosa que las economías latinoamericanas están haciendo y que tus adorados países centrales, no. De ahí su crisis.

Así es que mi conclusión es también que no se puede controlar la economía, lo que sí se puede, mediante la sabiduría, es elegir que posición tomar frente a la rapiña miserable. Y es que mientras controlar, es jugar  en el tablero de lo indigno. Decidir, es tomar la digna actitud de patearlo.

Solo espero que al menos provengas, mi querido amigo anónimo, de un país europeo. Si es así, pronto sentirás en tus carnes la verdad en mis palabras. Cosa que no me alegra en absoluto. Te lo dice alguien que vive en ambos mundos. Te confieso que me entristecería más que fueras latinoamericano. De esos pocos que aún se creen versiones de la realidad como las por ti expuestas. Pues generalmente, al aludir a esa aparente moralidad, miran por encima del hombro a sus propios compatriotas, a su pueblo, a sus raíces...

Y eso en mi barrio tiene un nombre.

Un saludo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

PD: ¿"Afan" por el ahorro? Amigo... deberías salir más.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El origen de la inteligencia.

Un hombre camina por el desierto. Tiene hambre. Hace días que no se alimenta, no encuentra comida para recolectar y los animales con los que se cruza, o son más rápidos o más fuertes que él. Se pone a pensar... no comprende el sentido de su debilidad. Se pregunta por qué no tiene garras o dientes de sable. Se avergüenza de su bipedismo que lo hace lento, demasiado lento. Así, pensando, furioso con el mundo, agarra una piedra y la arroja contra un árbol.

Es ahí donde se da cuenta.

La inteligencia  soluciona problemas.
La inteligencia combate del dolor.
¿Podemos vivir sin dolor?
Al principio fueron solo piedras, más tarde se perfeccionaron, se afilaron, transformandose en lanzas. De ahí a las flechas solo había un paso. De las flechas a la guerra atómica, nada más que unos pocos miles de años.

Así surge la inteligencia. Como un mecanismo para combatir el dolor. Entendido este como informaciòn displacentera. Sin embargo, a diferencia de los otros mecanismos de adaptación propios de las otras especies, que buscan formar parte de un equilibrio, la inteligencia humana es distinta. Carece de límites. Sus potencialidades resultan infinitas. Podemos pensar cualquier cosa: que volamos o que estamos en distintos lugares a la vez. Y este, es un grave problema ya que la inteligencia no conoce por tanto de equilibrios. De esta forma el llamado principio de homeostasis (otra manera de referirse al equilibrio) sufre permanentemente el embate del desafío neocortical.

¿Cómo? Son muchas las formas. Siempre entendidas bajo el principio de isomorfismo. Aquel que postula que lo que es adentro es afuera y lo que es arriba es abajo. A través del cual podemos encontrar similitudes analógicas entre la esquizofrenia, la adicción, la crisis financiera actual o un conflicto matrimonial. En todas ellas, la inteligencia opera intentando controlar lo incontrolable, creando así el síntoma. Pensemos por ejemplo en la adicción, donde la persona intenta controlar su consumo de drogas, siempre con nulo éxito. Lo mismo sucede en el caso de los trastornos de alimentación en los cuales la persona trata de controlar su ingesta de comida. ¿Y en las crisis económicas? Es curioso como los liberales, tan autoproclamados enemigos del control, tratan de tomar medidas para controlar la reacción de los mercados, buscando como ellos dicen, tranquilizarlos. Olvidando de esta forma que al hacerlo terminan como el adicto o la persona padeciente de un trastorno de alimentación: esclavidados. .

No es posible controlar lo natural.
Si se intenta, hay consecuencias.
No. No es posible controlar lo natural. Si podemos decidir y asumir las consecuencias de nuestros actos. Pero controlar no, jamás. Aunque al principio parezca que sí, con el tiempo lo diques se rompen y el mar retoma su espacio. Además, cuando el dique se rompe, lo hace con una violencia destructiva análoga a ese fenómeno al que los profesionales de la salud o de la libertad hemos dado a llamar síntoma.

¿Entonces para que coño sirve la inteligencia? ¿Es peligrosa? La inteligencia es útil y sana siempre y cuando forme parte de algo más grande, de un sistema mayor. Al igual que los alcohólicos anónimos que eligen confiar en un poder superior, los pueblos necesitamos creer en lo trascendente. Puede ser una ideología o una religión. Ciertos valores. Algo. Y es que, si nuestra inteligencia no queda supeditada a un sistema de mayor alcance, deja de lado todo atisbo de sabiduría y pasa a servir como alimento del ego.

Ego que nos separa, pues rompe en pedazos aquello que nos une.

El amor.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

viernes, 11 de noviembre de 2011

De metáforas se trata.

Modelo sistémico, cibernética, homeostasis... palabras, solo palabras. Huecas en si mismas. No. La sistémica trata de algo más. Los necios terminan capturados por ellas. Olvidando que son solo un medio para llegar a otro lugar. Al lugar que habita entre dichas palabras. Espacio fronterizo donde se dan las metáforas. Entendidas éstas como proceso. Allí donde se construyen las leyes de la estética.  Porque de eso trata esto de la psicología: de la belleza.

Todo lo que existe está regido por las leyes de la estética.
Las leyes de la organización de los sistemas.
Las leyes de la belleza.
Y sobre como esta resulta inmanente a la totalidad de lo real. Una belleza que nos atraviesa. Actuando como andamio sostenedor de aquella inmensidad que nos rodea. Pues todo sistema es una organización, y toda organización, posee características estéticas. Nada puede ser comprendido por fuera de ellas. Es por esto que las religiones, la terapia o las liturgias populares apelan a los símbolos. A profundos arquetipos que se pierden en la noche de los tiempos. Embrujos, analogías, metaforas.

Así es que a esto nos dedicamos: a las leyes de la estética. A los mecanismos mediante los cuales se construye nuestro universo, lo real. Entropía, homeostasis o Límite; son algunas de las palabras que los sistémicos utilizamos para entender la realidad. Pero son solo eso, palabras, nada más. La maravillosa hermosura existente entre ellas es lo que verdaderamente importa.  Y es que como en la música, son las relaciones entre las notas y no las notas en si mismas las que le dan identidad, y sentido, a una canción.

La canción que vivimos, la canción que nos vive.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Cruce de miradas.

-Ojalá pudieras estar en mi cabeza, ver las cosas como yo las veo.

-¿Para qué?
La relación dialéctica entre dos sistemas que se observan
mutuamente abre las puertas del cambio.
Que son las puertas hacia el infinito.

-Así podrías ayudarme.

-¿Ayudarte a qué? No entiendo..

- A estar mejor.

-¿Se puede saber qué sería "estar mejor" para ti?

-Y... ya sabés.

-No, la verdad no tengo ni idea.

-Bueno... estar mejor sería, por ejemplo, no sufrir esta angustia que siento.

-Esta angustia que sientes, ¿A qué crees tu que se debe?

-¡Si lo supiera no estaría acá! (risas).

-Así que no lo sabes...

-No, no sé que es lo que me angustia, aún.

-Pues si no lo sabes, no se para que coño me serviría ver las cosas como tu las ves, está claro que a tu mirada del mundo le falta información.

-Pero... si vos, con tu mirada, miraras lo que yo miro,  sin duda me podrías ayudar.

-¡Pero si es que eso es precisamente lo que hago! Mirar como miras tu mundo para que tu puedas, a su vez, mirar como yo miro que miras eso a lo que hemos dado a llamar tu mundo. Y es que solamente a través de ese cruce de miradas, de diferencias y límites, es que se construye el camino hacia el cambio. Piénsalo: la única forma mediante la cual yo podría mirar el mundo como tu lo miras sería siendo tu copia exacta. Cosa que, por cierto, no serviría de nada ya que como muy acertadamente has dicho antes, tu solo no puedes salir de esta angustia que te atrapa.

-¿Y entonces?

-Entonces deja de decir pelotudeces -mientras un almohadón golpea contra su rostro-.

-(risas).



Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.