miércoles, 20 de abril de 2011

Poder, Control y Trascendencia.

El poder corrompe. O al menos eso es lo que por ahí se anda diciendo de él. Ahora bien. ¿Quien lo dice? y quizá lo que es más importante ¿Por que? Sobre la naturaleza de estas preguntas y sus consecuentes respuestas es de lo que intentará tratar el siguiente escrito.

Sistemas transpersonales que nos atraviesan. Vientos.
No los elegimos, pero de nosotros depende como
actuar frente a ellos.
Decía en otros trabajos como la felicidad era como un viento. Que soplaba a su antojo, y como en nuestra responsabilidad estaba tener las alas desplegadas para volar impulsados por ella o no. También dije algo muy parecido cuando traté el tema de la angustia. Pues para hablar sobre el poder pienso valerme de la misma analogía. ¿A que se debe? Seguramente a mi falta de originalidad. Pero también a que en realidad tanto el poder como la felicidad (y muchas otras) son estructuras transpersonales inmanentes, es decir, sistemas, flujos, arquetipos, líneas deleuzianas de fuga o, dicho de manera más comprensible: vientos. De una naturaleza muy particular. Que no están ni afuera ni adentro de nosotros mismos. Que nos atraviesan. Se que todo esto puede resultar difícil de entender. ¡Imaginaros lo que cuesta explicarlo! Quizá el hombre que mejor pudo hacerlo fue el El filósofo chino Lao Tze. Él fue el que nos habló del "Tao", entendiendo a este como una suerte de entidad incorpórea, reguladora del equilibrio en el universo y absolutamente inalcanzable desde la acción directa. Incluso plantea que si es buscada abierta y activamente, se espanta. Como en el caso de esas personas que de tanto buscar de manera ansiosa y obstinada parejas estables, simplemente las alejan.

El poder.

Así es que eso a lo que llaman poder funciona como un viento. Soplando en algunas épocas y dejando de hacerlo en otras. Pensemos por ejemplo en un león. El poder sopla sobre él durante casi toda su vida, rodeándolo con su influjo. Sin embargo, tarde o temprano, llegará el día en que deje de soplar. Y puede que ese día empiece a soplar sobre algún cazador, sobre alguna clase de enfermedad o, finalmente, sobre el pasto (yerba) en el que de manera inevitable su cuerpo inerte se diluirá. Todos tenemos épocas, momentos; instantes en los que somos tocados por el viento del poder. A veces nos toca ser padres. Otras, ser jefes. Los psicólogos sentimos ese soplo al estar frente a nuestros pacientes. Otros puede que no lo conozcan jamás.

La responsabilidad frente al poder.

Serás lo que debas ser o no serás nada.
Fue el general José de San Martín el que dijo: "serás lo que debas ser o no serás nada". Nunca pude encontrar hasta ahora frase que mejor definiera las consecuencias de no asumir la responsabilidad que el poder implica.  Pues que los flujos del poder soplen sobre nosotros más que una bendición, resulta un reto. Y es que, el poder, requiere, necesita, que nos hagamos cargo de él. Directores de escuela, padres, o jefes, no son nuestros amigos. No al menos cuando cumplen con ese rol. Así es que, si no asumimos la debida responsabilidad, el viento del poder nos tumbará.  O simplemente pasará de largo, dejando un profundo vacío en nuestro interior. Es decir que no asumir nuestro poder, nuestro destino, nos conducirá, como dijo el General José de San Martín, a la más angustiante, vacía y oscura de las nadas.

Eso sí, una cosa es clara. El poder llega a nosotros tan rápido como se va. Y es ahí donde comienzan los mayores y más graves problemas.

El control.

Los problemas a los que me refiero son los causados por nuestra mente consciente, esa que intenta alterar el viento natural, o dicho en otras palabras, que intenta controlarlo. El control es un intento consciente de ejercer el poder. Ya sea sobre objetos o sobre personas. Fue Gregory Bateson el que nos advirtió de los peligros del propósito consciente de los humanos sobre la naturaleza. Sobre como este propósito consciente o control, alteraba los equilibrios de los ecosistemas, equilibrios a los que los psicólogos sistémicos llamamos salud.

El control es un intento consciente de ejercicio del poder que
"nos cosifica". Pues anestesia nuestros afectos.
Esta es la base de la adicción.
¿Porque recurrir al control? Para contestar a esta pregunta pensemos en un lobo y en su desgraciada presa. Supongo que a estas alturas todos nosotros tendremos claro que, en este caso, el poder sopla sobre el lobo. Ahora bien. ¿Cual es la relación afectiva entre el lobo y su presa? Aparte de la furia y el miedo instintivos, ninguna. Y es que es poder inevitablemente nos distancia emocionalmente sobre los otros, y en ese momento, también sobre nosotros mismos. El poder es una parte necesaria de la naturaleza, de cualquier naturaleza. Ya sea esta ecológica, sociológica, política o psicológica. Y no podemos ejercer el poder si nos vemos afectados por todos aquellos a los cuales, por el hecho de estar en nuestra posición, dañaremos. ¿O que sería de un ecosistema si los lobos dejaran de cazar conejos por pena? ¿O de un gobernante que se conmoviera en exceso por los necesarios damnificados a causa de cualquiera de sus decisiones? Hablemos claro: Si ejerces el poder, tarde o temprano vas a terminar jodiendo a alguien. Por eso es precisamente que el poder requiere de responsabilidad. Pues sin ella, nos deshumanizamos sin remedio para finalmente terminar por corrompernos. Es por esto que el control tiene mucha utilidad para algunas personas que, atrapadas por el dolor o la culpa , se deshumanizan mediante el uso del control, anestesiando así sus sentimientos más dolorosos. Este control se puede ejercer sobre objetos, personas o instituciones. De este modo cuando se controlan objetos, hablamos de adicción. Cuando se controlan personas, de psicopatía. Y, cuando se controlan grandes instituciones, de psicópatas sociales.

La trascendencia.

Trascender es un misterio. Cada maestro espiritual nos ha mostrado un camino, su camino. Algunos de nosotros, hemos elegido hacer alguno de esos caminos el nuestro. ¿Y como trascender al poder y al control? Una respuesta verdaderamente completa quizá requiera de toda una vida. Dicen que esto se debe a que las respuestas son muchas, puede que infinitas. Aunque supongo que en resumidas cuentas todas las respuestas posibles terminan en un argumento final: La libertad.

El desafío de trascender como hombres y mujeres libres
a las cadenas impuestas por nuestra mente controladora.
Se sabe que ser libre es elegir, que elegir es perder, y que perder, duele. Creo honestamente que en eso consiste la libre trascendencia frente al dilema del poder: En asumir la responsabilidad cuando el poder sopla y, en permitirnos sentir el dolor provocado por su ausencia.

¿Es entonces el poder una entidad de naturaleza corruptora? En absoluto. El poder no corrompe. Nosotros somos los que nos corrompemos cuando, por diferentes motivos, no aceptamos la altura de su desafío. Un desafío necesario para nuestra trascendencia.

Se bien que todo lo que escribo en este espacio muy probablemente quede en la nada. Pues en este mundo donde hay más aspirantes a actor que público, los escritores somos demasiados para una realidad con cada vez menos lectores. De este modo, estas ideas, casi con seguridad se diluirán muriendo entre muchas otras.

A menos que cambie el viento.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

4 comentarios:

  1. Que cambie el viento, que los que adherimos de alguna u otra forma, lo comuniquemos. Lo transmitamos. Al fin y al cabo.. no son solo ideas..
    Es interesante como tus escritos se entrelazan unos con otros. Felicidad, Angustia, Elegir es perder.. Psicopatía, manipulación.. y todo termina explicando o hablando sobre la libertad..
    Muy buen escrito, Licenciado. Y este, específicamente, me lo llevaré el mes próximo para compartirlo en la institución donde me encuentro.

    Muchas gracias por comaprtirlo.

    Ro Viera.-

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  2. Es cierto. Todo lo que escribo está entrelazado. Mi idea siempre fue que estos escritos sean como pinceladas. Metáforas de una manera de entender la sistémica. Supongo que esto se debe a que la realidad sistémica inmanente que nos atraviesa es de orden estético. Gracias por tomarte la molestia de leerlo. Un abrazo.

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  3. Me ha encantado. Es un escrito muy inspirador y da que pensar.

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  4. Gracias. Abrazo grande desde el sur del sur.

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