miércoles, 30 de marzo de 2011

El esfuerzo, la perseverancia y la esperanza.

Me he pasado algunas semanas sin poder escribir. Con pocos deseos de hacerlo. Supongo que son muchas las cosas que me han sucedido en las últimos días. Buenas y malas. Aunque esta vez, las malas pesaron un poco más sobre la escritura. En fin, dicen que nada dura para siempre y, al final, todo se da por alguna razón. Al menos eso dicen los pelotudos que creen en las causalidades. Clase de pelotudos a la cual, por cierto, yo pertenezco.

Así estaba yo, cabizbajo, cuando alguien me dijo algo así como que tenía que "ponerle ganas". Y ganas me dieron, pero de mandar a la mierda al boludo ese. Obviamente no se lo dije. A algunas personas les cae mal ese tipo de respuestas. Aunque lo más importante fue que, de alguna manera, aquella persona me inspiro. ¿En que? En que el concepto de "ponerle ganas", entendido de la manera que aquel hombre quiso dar a entender, hace referencia a algo así como a "ponerle energía", o dicho en otras palabras: A esforzarse.

Es lógico, vivimos en la cultura del esfuerzo. No olvidemos que la ética protestante, que según Max Weber es la base del capitalismo moderno, pone todo su énfasis en la consecución de la virtud divina en base él. Es decir, que ser bueno necesariamente implica esforzarse o, dicho de otra manera, en "ponerle ganas".

Así es que nos han vuelto locos a todos.

Lo esencial es invisible a los ojos.
Locos de remate diría yo pues, desde la psicología, se sabe que el esfuerzo sirve para bastante poco además de para hacer de nuestras vidas un jodido infierno. Imagino que estáis pensando que el que escribe es un tipo vago, puede ser. Pero incluso si así fuera, mis palabras no provienen de mi presunta condición de haragán sino de cuestiones técnicas inobjetables de orden sistémico. Ya se que esto último que dije sonó un poco raro, por eso es que voy a intentar ser más claro. Cuando hablo de cuestiones de orden sistémico, me refiero a las famosas "leyes de la vida" de las que siempre suelo hablar, leyes inmanentes a todo lo vivo que nos atraviesan, que nos rodean. Reglas encriptadas, invisibles a nuestros ojos y sin embargo tan profundamente reales, sencillas y conmovedoras. Códigos ocultos con su propia y particular idiosincrasia. Y lo mejor es que no hemos explorado aún casi ninguna de estas melodías misteriosas. Solo una cosa podemos decir con certeza: Que su origen es estético, es decir, que son pura belleza.

Y para esta belleza romántica y misteriosa que nos rodea, el esfuerzo no sirve. No sirve porque no dura. No dura porque resulta imposible de ser sostenido en el tiempo. Si no, os pido que intentéis sostener un vaso, un simple vaso con el brazo derecho. Me diréis que como tarea resulta algo bastante sencillo, que solo requiere muy poco de vuestro esfuerzo. Ahora bien, transcurridos unos minutos notaréis como vuestro brazo comienza a cansarse. ¿Cuanto tiempo podréis mantener vuestro esfuerzo? Seguro que no demasiado.  Y es que el esfuerzo solo sirve para distancias cortas, en momentos muy puntuales. Podremos correr hacia el trabajo un día de esos en los que llegamos tarde, pero si lo hacemos a diario, a duras penas nuestra salud lo soportará.

En contraste con la cultura del esfuerzo tenemos a la perseverancia. Que solo requiere de nuestra decisión, de nuestro honesto compromiso con ella. Pues en los momentos difíciles no nos reprocha nuestra debilidad, la comprende y nos anima a seguir intentándolo. No se agota, no se cansa y jamás prescribe porque si bien sabe que su paso es lento, está guiada por el calor producido por la antorcha de la esperanza.

Esperanza que guía a los pueblos.

Y que en los momentos difíciles también me guía a mi.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

4 comentarios:

  1. Redondo Unai! Me gustó mucho... Entiendo que habría tres variables: la cultura del esfuerzo como un "invento" de occidente, o sea post revolución capitalista, para evitar el ocio..., el desarrollo personal. Un artilugio disciplinador del mercado para responder a la producción, y por último, un instrumento de la religión para contrarrestar la posibilidad del tiempo y su espacio para una reflexión existencialista o una profunda autoteorización...
    La perseverencia en tal caso, creo, es la búsqueda frenética por alcanzar un deseo y eso es autonomía también...
    Me gustó mucho
    Beso.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Sol. En cuanto a las religiones, me parece que el gran problema de la reforma protestante es que eliminó el ritual de la religión. Supongo que de eso se trata finalmente el capitalismo: de una religión sin ritual.

    ResponderEliminar
  3. Los rituales son habitos necesarios para la configuracion de conductas y pensamientos, quizas cuando el ritual supera la CREACION se configura una serie de repeticiones rigidas que van matando las escencias.
    El ritual marca paradigmas necesarios para la estructuraciones tanto antropologicas como sociologicas y mas logicas que quedan destrozadas ( gracias a Dios ) cuando la locura de la creatividad viola los derechos de la razon y de las rigidas estructuras.

    Unai, visdte la pelicula ?

    Desde cerca del gallinero un bostero de amigo

    Lic. Claudio Grecco

    ResponderEliminar
  4. Podríamos concluir que el ritual es el marco necesárío para cualquier pintura. Analogías que representan lo constante y lo cambiante, estabilidad y caos, orden y entropía. Todo englobado en el ritual. No se me ocurre una representación mejor de las potencias que dominan el universo. ¿No te parece?

    ResponderEliminar