jueves, 1 de agosto de 2013

El veneno.

La tarea de un maestro consiste en intoxicar al discípulo con su veneno. Si el discípulo es capaz de vomitarlo, habrá aprendido. Si no, estará acabado. Repitiendo como un loro cosas que no comprende. Frustrado hasta el agotamiento. Muerto en el mejor de los casos.

Hoy sospecho que existen otras formas de enseñar. En realidad lo sé. O al menos quiero pensar que es así
Todo lo que queda es una sombra.
Que lo sé. Eso me calma en cierto modo. Quizás porque no me gusta inyectar veneno. Ese es un truco de psicópata y los psicópatas me dan nauseas. Sobré todo desde el día en que fui intoxicado por uno de ellos.

Decía Pichon Riviere que no existían formas insanas de vincularse. Que en última instancia todo pasaba por lo operativo. Se refería a si dichas formas de relacionarse (psicopatía, histeria etc.) servían o no. Claro que servir no estaba entendido en términos netamente prácticos. Conseguir un fin, una meta u objetivo no necesariamente nos hace más libres o saludables. Se sufre más a causa de la victoria que por cualquier forma de derrota. La vida no suele ser como queremos. Y cuando lo es, rara vez nos sacia. No. La victoria es un pan que te deja siempre hambriento. Cuando te acostumbras a su sabor, estás perdido.

Sin embargo reconozco que actuar como un psicópata no es necesariamente algo insano. Y que ganar tampoco. Solo peligroso en ambas direcciones. Demasiado.

La pregunta es entonces si dicho sistema de enseñanza es hoy necesario. Yo creo que no. Ya tenemos bastante veneno en nuestros días. Solo hace falta ver tele o escuchar radio diez minutos para darnos cuenta de que si hay algo que sobra en este mundo, es el veneno.

Existen las buenas personas. Las veo a diario. Generalmente viven encerradas en sus propios miedos y mentiras. Pero están ahí, las veo. Me emociona ver personas. No hay nada más hermoso en este mundo que un ser humano. Bueno, si lo hay. Dos o más humanos. Una comunidad. Rosseau tenía razón cuando hablaba acerca del buen salvaje. Es posible que este no exista en el sentido estrictamente moral. Al fin y al cabo las mayores ignominias de la historia han sido siempre perpetradas en nombre de la bondad y de la justicia. Pero sí que existe el buen salvaje, al menos en términos de belleza. La gente es en esencia estética y todos estamos conectados con lo esencial. 

Hace algunos años una joven me contó la historia sobre como su padre le había enseñado a andar en bicicleta. Uno de los pocos buenos recuerdos que le quedaban de él. Fue una tarde de verano. Él la sostuvo agarrada por el manillar mientras corría a su lado. Durante breves instantes la soltaba hasta que finalmente ella obtuvo la confianza necesaria como para pedalear sola. Desde entonces guardo la esperanza de que el veneno no sea lo que único que se contagia. 

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

3 comentarios:

  1. mmm algunos te intoxican

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  2. Inevitablemente el veneno siempre se contagia. Pero créelo: el veneno no existe en estado puro, siempre hay algo más allá de lo "hijo de puta" inherente al ser humano; de no ser así, la melodía de la misma vida, ya lo hubiese matado.
    Un abrazo grande, Unai

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  3. Ahora que tengo el alma quieta y leer el post de psicopatía estoy de acuerdo con tus palabras. Entendí porqué dices que es peligroso en ambas direcciones en demasía.
    Concuerdo contigo con respecto a que es hermoso "mirar" personas, y mostrarles que se puede mantener la mirada en el otro para hacerles saber que está, que existe y lo aceptas como es.

    La dicotomía de cuerpo y alma que caracteriza nuestra sociedad de consumo, la fragmentación de saberes y la cantidad de especialidades en que se abre paso el conocimiento avalado por la ciencia, no vuelve a cerrrar el círculo, como planteas con el pensamiento sistémico, sino que es un pensamiento que divide y abre cada vez más separando la brecha entre las almas.

    Esta fragmentación se ve reflejada en todas las profesiones, áreas, disciplinas y materias y que si encima estan encarnadas por el maestro de turno, el cual no tiene hecha de antemano una idea unificada de lo que implica su materia y como influye en la relación hombre-mundo, y da el contenido separado de la emoción que implica estudiar ese saber, es transmitir veneno.

    Hay que hacerlos sentir la materia, es un laburo de perro, pero si lo amas, lo haces. Y como decían por ahi en el blog, la esperanza es que llegue el despertar de la conciencia de comunidad.

    Cordiales saludos, E.

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