jueves, 18 de noviembre de 2010

El camino de la libertad

Son muchas las trampas del psiquismo que capturan nuestra libertad. Cuantas veces nos vemos atrapados frente a la necesidad de hacer un cambio seguido por la consecuente frustración de no poder sostenerlo.


Dibujo que las culturas precristianas
usaban para simbolizar el proceso adictivo.
 Esta es la base de las adicciones clásicas pero también de las adicciones cotidianas, de esas que nos atrapan a todos a diario, impidiéndonos el ejercicio de nuestro libre albedrío. ¿Adicto yo? Me dirá alguien ofendido por mis palabras. Le responderé que sí, que LA ADICCIÓN ES EL FENÓMENO PSICOPATOLÓGICO ACTUAL que nos define a todos los occidentales. ¿Que somos sino adictos cuando consumimos ropa, zapatillas o vamos a la peluquería "para que se nos vaya la angustia"?

Los motivos que llevan a una persona hacia la esclavitud son muchos pero tienen una característica común: La fantasía de evitación del dolor. Y digo fantasía pues en realidad el dolor no puede ser evitado. De alguna manera, tarde o temprano, siempre vuelve. Algunas veces creemos haberlo dejado de lado pero con el tiempo caemos en la terrible cuenta de que solo salimos de una red para caer en otra. Me viene a la mente aquel deportista que cuando dejó las drogas aumento más de cincuenta kilos o el del famoso actor y comunicador de omnipotente actitud y discurso, que supero dos duras enfermedades, jactándose de ello y finalmente murió por causa de una tercera.

¿Como podemos escapar de las cadenas que nos atrapan?

A lo largo de los años me he ido formando en muchas formas de "liberar a la libertad", de enfrentar por tanto a mi tan respetada adversaria la patología. Siempre busqué aprender aquellas técnicas o como a mi me gusta decirles "artes" que más desafiaran a los limites de lo real y esperable, pudiendo así lograr los mayores resultados en el menor tiempo posible. Con el tiempo las fui combinando hasta armar mi propia y peculiar "arte psicológica". Hoy, tras varios años de recalibración, afinación y purificación de mi citado proyecto de arte (seguramente fracasado jeje), mezcla de teoría estratégica, hipnosis y psicodrama, puedo decir que las llamadas "intervenciones mágicas" ya no me generan la misma satisfacción personal que al principio. Sí, en cambio, encuentro un enorme placer y bienestar personal en lo que yo llamo las "transformaciones integrales".

¿Cual es la diferencia entre intervención mágica y transformación integral? Pues que mientras en la "intervención mágica" se logra la desaparición de un síntoma en unos pocos encuentros, en la transformación integral nos encontramos con procesos de años donde el cambio resulta lento pero seguro, es decir que no solo no vuelve el síntoma sino que tampoco aparece nada similar que lo sustituya. Digamos que en las transformaciones integrales aquello que cambia es ante todo la persona y con ella todos los diferentes síntomas.

A modo se síntesis, diría que en este momento de mi vida considero que la clave de un buen trabajo radica en la combinación de las intervenciones "mágicas", dentro de un proceso integral de transformación humana al que me suele gustar llamar "el camino".

El camino es como la flor del loto: Fruto a la vez que flor.
Tomar un camino implica elegir intentar caminarlo cada día. Es el primer y más importante acto de libertad que puede tomar una persona adicta o esclavizada (como lo somos la mayoría). Es una triste verdad que un hombre o una mujer no pueden controlar su adicción (a lo que sea) pero hay algo que tambien es cierto: Se puede elegir libremente como posicionarse frente a la adicción. Las personas pueden intentar todos los días caminar por donde han decidido y al darse cuenta de que se salieron de la decisión, elegir volver.

Para recorrer el camino de la libertad no se requiere esfuerzo, de hecho está altamente contraindicado. Lo que sí se necesita es tolerancia al dolor, confianza y compromiso. Nada más. Si nos salimos no nos enojamos con nosotros mismos. Dejaremos de lado la culpa y desde la responsabilidad elegiremos volver. A más perseveremos en esta actitud de compromiso os prometo que menos nos saldremos, y por tanto, estaremos cada día más cerca de encontrar el gran tesoro de nuestro tiempo, tesoro que no se halla al final del camino sino en el camino en sí. Ya que amigos mios, la libertad, ese gran tesoro, es el camino y caminarlo, con sus alegrías, tristezas, seguridades, inseguridades, dolores, felicidades y miedos... es hacernos cada día más libres. Que de eso, supongo, se trata a fin de cuentas todo este rollo de la psicología.

Saludos desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

3 comentarios:

  1. Yo creo que encontre un gran tesoro al conocerte! eso cuenta?

    Hermosas palabras.. simplemente me encanto! no puedo decir otra cosa...

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  2. !!te ha quedado bien Unai!!,...como supondras, te he entendido perfectamente, y reflexionando acerca de lo que has escrito, tengo que estar de acuerdo,..podemos saber "el camino",...conocer donde están las trampas, pero nos será imposible "ESCAPAR",...pero jamás dejar de intentarlo, tal como tu dices, !TODO ES ADICCION!,...siempre hay algo esperandote,.....quizas la recompensa no sea esa libertad anhelada, pero al menos como tu dices podremos tener la opción de ser nosotros mismos quien elija nuestras adicciones.
    al fin y al cabo, en tu pensamieno es el unico lugar donde puedes sentir plenamente esa libertad.

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  3. Unai querido,
    Tu dices “Tomar un camino implica elegir intentar caminarlo cada día”…”Se puede elegir libremente cómo posicionarse frente a la adicción”.

    Yo quisiera agregar, que para ello, primero tenemos que ser libres!
    Podemos acaso elegir cómo posicionarnos frente a una adicción o elegir transitar un camino, si no somos libres para elegir? Si no tenemos la firme convicción de correr el riesgo y descubrir la Verdad? Y cuál es ésa Verdad, sino nuestra tan ansiada Libertad?

    Finalmente me has convencido que “para recorrer el camino de la libertad no se requiere esfuerzo”. Mas yo os digo que se requiere de una mirada objetiva, rigurosa, profunda. Requiere de un interés personal. De una puesta en marcha de energía y movimiento. De acción. Acción titánica para doblegar todo aquello que nos condiciona y no nos deja ver con claridad.
    Todo el ser se enfrenta a un reto, a una batalla interior de grandes proporciones. Ya que para alcanzar la libertad externa, debemos comprender primero la libertad interna. Sin libertad interior empieza el caos y surgen innumerables conflictos psicológicos, las oposiciones e indecisiones, la falta de claridad y de penetración profunda, que en forma evidente, se expresan en el exterior.
    Los seres humanos no somos plenamente libres, estamos fuertemente condicionados por el lugar del mundo en que hemos nacido y nos hemos criado, por la cultura en que vivimos, el ambiente social, la religión, los intereses creados, la política. Por el compromiso ideológico al que nos hemos entregado, los libros que leemos, lo que se nos ha dicho o no dicho…
    Tan constante presión moldea nuestra mente.
    Cómo podemos liberar a nuestra mente condicionada? Sólo nuestro propio “Yo”, en entidad de observador, puede hacerlo, pero desprovisto de la experiencia y el conocimiento –que también condicionan- Observar. Ver los hechos reales que están a nuestro alrededor, y los que están dentro de nosotros.
    La mente… no puede ver lo nuevo, por que constantemente está viviendo en el pasado.
    Le tenemos miedo a dejar que se nos vaya lo conocido, lo pasado, lo habitual. Aquellos métodos y estructuras a los que nos hemos aferrado durante años. Tenemos que salir de esa dimensión., ya que en el campo de lo conocido hay repetición, imitación, conformismo.

    La vida puede ser algo extraordinario en su movimiento mismo. Precisamente ese movimiento que es lo nuevo y que nosotros rechazamos,¡ESE MOVIMIENTO ES LA LIBERTAD!

    Finalmente -como dice Supergabi- “sólo en tu pensamiento puedes ser libre”… o esclavo.

    Como siempre Unai, tus conceptos tan claros –y que con tanta belleza plasmas en las palabras- me obligan a pensar lo que nunca hubiera pensado, si no te hubiera leído a tí. Y lo dije bien. A través de tu escrito, se te lee a ti.

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