Objetivizar lo subjetivo es tan inútil como intentar pesar el amor |
Aunque reconozco que me sentí bastante incómodo con ese tema de mi supuesta objetividad. La verdad es que yo no soy objetivo, de hecho, nadie lo es. Objetivos son los objetos. Son ellos, los objetos, los que perciben la realidad de esa manera. Y no me mal interpretéis, no lo critico. Me parece bien que sea así. Me encantan las cosas. De hecho, yo tengo un montón en mi casa: Relojes, computadora, incluso una heladera que compré al contado. La mayoría de esos objetos me facilitan la vida, la mayoría. Como no hacerlo si tienen esas características tan peculiares. Pensemos por ejemplo en un reloj. Bien ajustados, dos relojes pueden dar la misma hora aun estando a cientos de kilómetros de distancia. En otras palabras, los objetos tienen una percepción universal del tiempo y del espacio. ¿No os parece increíble? Pues debería. Sobre todo porque con las personas es diferente. Nosotros los sujetos tenemos cada uno una percepción propia del tiempo, del espacio, de los sentimientos; en definitiva, de todo lo que podamos percibir. Somos una sigularidad universal. Y si bien podemos llegar en ocasiones a consensos colectivos, a compartir visiones, constructos o imaginarios, estos siempre se ramificarán en millones de micropercepciones distintas. Así que, no hay caso: Somos únicos.
Y eso. Así son las cosas en este mundo que nos ha tocado vivir. Un mundo dividido entre dos realidades: Objetiva y subjetiva. Una perteneciente a los objetos y la otra exclusiva de los sujetos. Sustancia y forma, materia y espíritu. Y es que tan loco es creer que un pedazo de madera nos va a dar su peculiar visión de la realidad, como pensar que un ser humano puede realmente ser objetivo. Volviendo a lo que dije sobre las dos realidades, quisiera precisar que además de su peculiar manera de percibir, estás dimensiones tienen sus peculiares reglas de juego. La dimensión objetiva, de la cual la física se encarga de estudiar, tiene leyes que van desde la famosa y sencilla "ley de la gravedad", hasta a la compleja teoría de la relatividad general . La dimensión subjetiva del mundo, esa con la que nosotros los psicólogos tratamos, también tiene sus propias leyes. Muy diferentes a las de la física. De carácter estético, como una melodía.
Pues bien, a eso nos dedicamos los psicólogos, a distinguir las melodías, las llamadas pautas subjetivas de cada persona. Esas pautas o melodías son únicas en cada sujeto. Absolutamente personales. Aunque claro, hay excepciones. Cuando las personas están viviendo de manera insana, su melodía deja de serlo para trasformarse en un "ruido". De esta forma, la tarea del terapeuta, sea este del modelo que sea, siempre es la misma. Destrabar los ruidos para permitir que suene nuestra canción, esa que habita en el corazón de cada uno de nosotros, que nos hace especiales. A la que algunos, por cierto, le ponen el nombre de alma.
¿Y como se relacionan subjetividad y objetividad?
Eso lo dejaremos para otro día.
Escribiendo desde el sur del sur.
Lic. Unai Rivas campo.
ud lo que es, es un idiota, perdi mi tiempo en estas lineas si nada de sentido.
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