Realmente existen pocas personas tan honestamente comprometidas con el conocimiento como Sol Guerrero y Pini Rafaele. |
Las próximas líneas son una contestación a la contestación que la Doctora Guerrero dejo en mi artículo "Agradecer, pedir y elegir creer". Sus inteligentes planteamientos me llevaron a intentar sacar lo mejor de mi. Cosa que el perezoso ser que habita en mis adentros agradece. Aprovecho para recomendar el blog En busca del tiempo., donde ella y su pareja sentimental Pini Rafaele escriben, regularmente, con admirable talento.
Estimada Sol Guerrero:
Esta vez Estrella se equivoca. Lo verdaderamente complejo es seguirte a ti. No por lo extenso de algunas de tus respuestas sino por su sutileza. Reconozco además que me siento más cómodo entre enemigos o adversarios que con amigos. Esto ya forma parte de mi insanía personal, que si bien elijo transformar cada día, la tengo. No se, puede que la realidad no esté dividida entre blancos y negros, sin embargo todo resulta más claro, menos culpógeno, cuando las cosas se miran de esa manera.
Locuras y caprichos aparte, paso sin más dilaciones a mi respuesta. Comenzaré por el principio: Coincido contigo en la diferenciación que planteas entre pensar y creer. Desde esa óptica, yo también me decanto por pensar. Sin embargo mi propuesta es diferente. Acá la dicotomía es entre elegir creer y no hacerlo, entre ser libre y no serlo. Y digo libre porque la creencia no necesariamente actúa como un condicionante. No cuando ésta ha sido elegida. De hecho, permanentemente "creemos", o dicho en otros términos, damos por sentados ciertos aspectos de nuestra realidad. Como por ejemplo que el color rojo es rojo, o que el mundo que percibimos a nuestro alrededor es auténtico, verdadero. Lo que no solemos hacer casi nunca, aquello que verdaderamente marca la diferencia entre el que vive y ese que para su suerte o desgracia es vivido, viene de la capacidad de elegir esas creencias o epistemologías. Por cierto que, en esta dicotomia entre libertad o esclavitud, pensar, se hace absolutamente necesario. Pues no es posible elegir si primero no hemos pensado.
Se puede decir por tanto que siempre tenemos la oportunidad de elegir. El problema sobre los condicionantes radica en que el reto de la respuesta siempre será mucho mayor a más condicionantes tengamos. Y por tanto, la libertad, será importante, más valiosa. Aclaro de ante mano que sin bien las religiones actuaron como condicionantes en el pasado, no creo que fueran condicionantes tan severos como esos que hoy nos impone el objetivismo del libre mercado. Creo, o elijo creer que el mundo cambió, pero no mejoró. La prueba está en la salud mental de las personas. Supongo que por eso es que hoy, los libres son más libres que nunca pero por desgracia, los esclavos, son también más esclavos de lo que jamás pudieron nunca haber imaginado ser.
En cuanto a nuestra diferenciación entre otras especies y la relación entre esta diferenciación con el hecho de que tengamos un lóbulo frontal, te diría que una vez más me parece que todo pasa por la epistemología de referencia. Bateson (mi particular Castoriadis de cabecera) plantea una interpretación de la realidad natural en la cual la evolución no surge por azar sino como causa de una estructura inmanente de equilibrio. El Darwinismo, si bien fue contracultural en su momento, es en estos días un firme aliado de los intereses más oscuros, esos que buscan justificar un modelo económico basado en la inhumana competencia, en el más maldito y absurdo de los sinsentidos. Quien sabe, puede que hoy el mundo sea más sartreano que nunca, aunque quizá no necesariamente haya sido siempre así. Da igual. Volvamos al dichoso lóbulo frontal. En principio te puedo responder que desde una mirada batesoniana, afirmo con toda seguridad que ningún lóbulo frontal puede ser entendido por separado, alejado de su relación con el cuerpo, y ni mucho menos sin contar con los aspectos mentales y existenciales de la persona. Y es que nuestra biología, por naturaleza, cumple la función del equilibrio. El lóbulo, la racionalidad, el misterio de la conciencia, ejerce por tanto una labor, o más bien una maravillosa oportunidad. La oportunidad de elegir si formamos parte o no de las leyes del equilibrio, es decir, si entramos en armonía con la naturaleza o simplemente decidimos cagarnos en ella (desde ya que pido perdón por las malas palabras).
No se si a estas alturas me estás siguiendo. Supongo que sí, pues tanto tu como Pini, sois personas mucho más inteligentes de lo que yo jamás seré (y aun así sois felices... ¡Que misterio!). A lo que voy es a que, los rituales, ya sean estos religiosos o no, han sido desde el principio de los tiempos la puerta mediante la cual nuestras conciencias volvían a re ligarse con ese "gran sistema", con ese todo ecológico, con esa naturaleza de tipología lógica superior. Una suerte de "terapia popular milenaria".
Me encanto tu reflexión acerca del concepto de vivir como un riesgo que debe ser corrido. La verdad es que no podemos entender, como bien dice Morin, la vida sin la muerte. Imagino que eso se debe a que la muerte, la finitud, ese psicoanalítico instinto, resulta el verdadero motor de la vida. Te recomiendo la lectura del "viaje a ixtlan", un imprescindible manual de vida que se inspira en la muerte como principal consejera para afrontar esta nuestra la vida.
Continuando con mi contestación, que a estas alturas, por lo estético, ya casi parece un baile, te diría Sol Guerrero que desde mi personalísima óptica elegir creer y elegir ser son la misma cosa. Pues cada vez que una persona toma una decisión libre, responsable y sin excusas; se define. Debe ser por eso que mi maestro siempre me decía que en esta vida no había terapia más grande que la vida misma.
Planteas también el hecho de que no solamente las comunidades religiosas son un freno ante la aculturización provocada por el libre mercado. Acuerdo. Aun así insisto en que, mal que bien, no dejan de ser un freno. Y sabes, amiga mía, que nuestro enemigo es poderoso y que no nos sobran precisamente demasiados frenos. En que para nada la elección de una creencia tiene por que ser incompatible con la razón ni con una lectura crítica de las situaciones sociales que nos atraviesan. Porque al final, como has señalado más arriba, todo tiene que ver con lo vincular, o con como cada uno utiliza o se vale de las religiones o de las comunidades religiosas. Dicen que Pablo Neruda fue un hombre de Fé y que Hitler un ateo. Eso no demuestra nada. A lo sumo como cada uno de ellos utilizó su particular fe y ateísmo para afrontar la existencia. Igualmente repito: No solo las comunidades religiosas sirven como un freno a la inhumanidad. Existen multitud de organizaciones sociales que con impresionante valor se alzan ante el postmodernismo banal, manteniendo encendida la llama de la esperanza de un posible mundo mejor. Solo digo que la diversidad de creencias, de epistemologías, de filosofías de vida, de organizaciones, de creencias; no solo suma sino que multiplica, Que la diversidad, al igual que en un ecosistema, es la característica principal de ese enigma que los psicólogos llamamos salud.
Y finalmente, en referencia a tu cómica incapacidad de matar moscas a causa de tu conexión con lo natural, permíteme comentar. La naturaleza es violenta. Mata y muere. Eso sí, siempre bajo las leyes del equilibrio. Es por eso que matar a una mosca, siempre y cuando no obedezca a una perversión del intelecto, de la razón, es a mi juicio la más natural de las reacciones.
Solo decirte que ha sido un placer contestar tu contestación (Cibernética de segundo orden pura y dura). Pedirte disculpas por mi demora y aclararte que esta se debió a cuestiones de carácter personal.
Saludos a ti y a tu preciosa familia.
Contestando desde el sur del sur.
Lic. Unai Rivas Campo.