¿Crisis en la ciencia? ¡Bienvenida! |
Rupert es un científico atípico. No es de los que viven burlándose de aquello que no pueden medir o pesar. Muy al contrario, desdeña los dogmas. Vengan estos de donde vengan. Aunque claro, alega que en estos tiempos donde la objetividad se ha vuelto dictadura, el dogmatismo científico es sin duda el más peligroso y dañino de todos los dogmas.
¿Dogmatismo ciencífico? Sí. Esto horroriza a muchos, ya sé. Sobre todo teniendo en cuenta que el primer gran enemigo de la ciencia fue justamente el dogma. Es decir, la imposibilidad de poner en duda cierta idea o sistema de pensamiento. Lo cierto es que el dogma resulta algo necesario para el desarrollo de una dimensión espiritual seria. Al fin y al cabo, la trascendencia necesita de Fe. Y la Fe es una ruptura del mundo ordinario que sí o sí necesita que ciertas cosas sean dadas por hecho. Estos dogmas tienden generalmente a ser bastante ilógicos, hechos extraordinarios que rompen con la continuidad del mundo. Que patean nuestro tablero rompiendo la realidad en miles de padacitos. Vamos, como el LSD pero gratis. De este modo, la aceptación de un dogma, de su misterio, bien puede ser una puerta a un estado de consciencia ampliado. En otras palabras, el dogma no tiene necesariamente que ser considerado algo dañino. Para nada.
¿Cuando lo es? Si analizamos la historia, encontramos que los dogmas resultan peligrosos en la medida en la que estos tratan de invadir y regular la intimidad del pueblo. Supongo que es por eso que cuando Platón escribió las "leyes", fue el primero en diferenciar la esfera pública de la privada. Pues, en aquella época, el pensamiento filosófico griego no estaba precisamente bien visto por los atenienses. La idea de que por allí hubiera caminando una serie de tipos que cuestionaban, entre otras cosas, la existencia de los dioses, no caía muy bien. Tampoco les agradaba mucho que cualquier joven discípulo de un filósofo, terminara siendo más sabio que su propio padre. Les asuataba mucho una sociedad en la que el padre supiera más que el hijo. Aquel era un progreso inaceptable para el ateniense medio. Peligroso para el "status quo". Bueno, así terminó el pobrecito de Sócrates. De esta forma, la diferenciación entre lo público y lo privado hecha por Platón sirvió para crear un marco de protección legal frente al embate que en aquel entonces sufría la libertad de pensamiento. Dejando viva una pequeña luz. Que podría sobrevivir encendida en la medida en que no iluminara a aquellos que no tenían ni el más mínimo deseo de verla.
Que nadie os engañe. La vida sigue siendo un misterio. |
Hoy día es justamente al revés. Creer en algo da cada vez más vergüenza. Las páginas y autores pro-ciencia se dedican a denostar y a humillar cualquier idea espiritual que se les presente. El ateismo es ahora el dogma. Y el creacionismo pasa a ser víctima mientras que la idea de un surgimiento accidental de la vida, carente de sentido estético alguno, pasa a ser la idea dominante.
Y con esto no niego ningún avance científico, todo bien con la ciencia, con la buena ciencia. Es más, negar que la vida es nada más que un accidente es algo estúpido. Quizá tan estúpido como afirmar lo contrario.
Ahora... como dice Rupert Sheldrake...
"...La principal diferencia entre los dogmas religiosos y los científicos es que la gente religiosa sabe que sus creencias son creencias. Las personas que creen en el materialismo científico dogmático, a menudo no son conscientes de que sus creencias son creencias. Simplemente piensan que conocen la verdad. En este sentido, sus creencias son incluso más dogmáticas que las de los fundamentalistas religiosos..."
Escribiendo desde el sur del sur.
Lic. Unai Rivas Campo.