lunes, 27 de agosto de 2012

Frases sueltas, aforismos, ocurrencias...



El poder es como un viento, llega tan rápido como se va. Los perversos, no lo ejercen de manera genuina, se valen de su versión más enferma: el control.

Las águilas no cazan moscas (dicha por un viejo amigo).

La vida duele. Sin dolor no existe el consuelo. Sin consuelo la vida no merece la pena.

La injusticia inocula el veneno del odio, ¿La cura? El amor.

Los naufragios siempre dejan restos. En ellos encontramos lo que queda. Lo último. Lo humano. Lo más auténtico de nosotros mismos.

Elegir es perder, perder duele. Siempre.

La vida no es como queremos, sino aquello que elegimos hacer con lo que hay.

La soledad no duele, lo que hiere es el vacío.

La felicidad es un poder que sopla a su antojo. Un destino caótico y carprichoso. Lo único que podemos hacer es tener las alas preparadas, listas para volar.

Cuando vuelas durante algún tiempo entre nubes oscuras, tus alas se vuelven negras.

Vivir es un agónico salto hacia el vacío. Duele y asusta, pero merece la pena.

Años sin dormir por tantos problemas, y descubro que la solución era dormir.

La vida es una fiesta que empieza sin ti y que no se detiene cuando te vas.

¿Lo que más me gusta de la sublimación? Me permite ser un criminal sin víctimas.

El optimismo pertenece a los mercados. La esperanza, a los pueblos.

Me hice psicólogo pensando que así e libraría me madrugar. ¡Cómo me estafaron!

El capitalismo es un virus informático auto-organizado con un archivo encriptado en cada una de nuestras mentes.

El sistema somos nosotros.

Existen infinitos cotidianos. Pequeños decimales eternos .

La terapia se construye en el límite.

La mente todo lo puede imaginar, es omnipotente. Un pequeño Dios en miniatura. Sin embargo el cuerpo es algo más sencillo. Humano, honesto y real.

Jamás hubo mayor salvaje en la tierra que el autoproclamado hombre civilizado.

Somos esclavos de aquello que pretendemos controlar.

Un hombre libre no es aquel con muchas opciones, sino ese capaz de ejercer alguna de ellas de manera responsable.

Solo tenemos una vida, una vida y nada más. Lo demás no importa. Ni siquiera eso.

Pensaba que ser psicólogo haría de mi vida algo más sencillo. Por desgracia la hipnosis no funciona con los hijos de puta.

A veces la nostalgia duele como una patada en los huevos. En ese sentido la música no ayuda.

Hay nostalgias que se clavan como cuchillos.

El domingo es un espejo.

La vida es un río por el que transcurren emociones. Algunas lindas, otras no tanto. Bloquear una es bloquearlas todas.

La angustia es ese olor a basura provocado por emociones podridas de tanto encierro.

No importa cuanto estudies, vivas, o trates de entender. Las mujeres son inescrutables.

Cuando estuve en el mítico cerro Uritorco no logre establecer contacto con ninguna civilización inteligente. El lo que va desde mi regreso tampoco.

El insulto es la última salida de los miserables. Recibirlos, aveces, puede ser un honor.

Cada día entiendo menos, cada vez disfruto más.

La naturaleza no compite, danza.

A veces la clave para ganar radica en el hecho de ser capaz de rendirse.

Todo el mundo desea acostase por las noches sintiéndose una buena persona. Especialmente los hijos de puta.

Reconozco que venir de otro país tiene sus ventajas. Y es que gracias a mi acento nadie se da cuenta de que soy extranjero.

Un título de psicólogo puede a veces ser el mayor obstáculo entre un terapeuta y su paciente.

¡Soy un estúpido! No hay en este mundo reconocimiento más liberador.

Si la obsecuencia flotara, sin duda taparía el sol.

La inteligencia es un mecanismo adaptación, pero a diferencia de otras especies, este carece de límites. Eso la hace peligrosa pues resulta inarmónica con su ecosistema circundante.

Mucha gente confunde la diferencia de opiniones con la censura. Respetar una idea no es callar ante ella. Respetar una idea es llevarla a la frontera de sus últimas consecuencias. Pelearla a muerte. Comprobar cuan sólida es.

Hoy la escuela es la primera línea de defensa frente al ataque de lo inhumano.

No hay mayor criminal que un hombre indiferente. Que un militante de la neutralidad.

Los errores nos dicen la verdad, las catástrofes nos la escupen a la cara.

Mientras controlar es jugar en el tablero de lo indigno, decidir es tomar la digna actitud de patearlo.

Quien sabe, quizás el amor sea algo más jugado, más libre. La diaria elección de un camino. El dolor de una patada en las pelotas. Un salto de Fe.

Ojalá...



Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Sócrates era un cabrón.

Sócrates era un cabrón. No os confundáis, no estoy diciendo que me cayera mal. Todo bien con Sócrates. Solo digo que era un cabrón. Nada más. Ocurre que el muy hijo de puta se la pasaba bardeando. Molestando a los pobres atenienses con su retórica insidiosa. Perturbando la tan adorada armonía de aquellos refinados ciudadanos. Sus preguntas eran tramposas, mentirosas y venenosas. Jugaba sucio. Sin duda estaba dotado de un intelecto afilado. Capaz de hacer fuerte el argumento más débil. De hecho, esa fue justamente una de las acusaciones por las que resultó condenado.

Sócrates: El personaje más televisivo del mundo antiguo.
Más parecido al "Doctor House" que
a un hombre verdaderamente sabio.
De todas formas, más allá de lo justo o injusto de aquella sentencia, no podemos negar el valor de algunas de sus célebres máximas. Seguramente la de mayor fama ha sido es que reza "solo se que no se nada". A lo largo de los años, la frase se hizo conocida como el ejemplo de la sencillez de un sabio. Pero lo cierto es que este peculiar personaje no la utilizaba precisamente para dichos fines. A Sócrates le encantaba valerse de la ironía. Le permitía agredir sin ser condenado por ello. Recordemos que en la Atenas clásica, alterar la paz era considerado una grave afrenta a la ley Así, cuando derrotaba a alguien en un duelo verbal, se jactaba afirmando algo parecido a esto: "...yo solo sé que no sé nada, pero este hombre cree saber algo y sin embargo ha resultado no saberlo. Por lo tanto, yo, sin saber nada, soy más sabio que él". No cabe duda de que esta era una brillante estratégía para humillar al otro valiéndose de un piadoso manto de falsa humildad. Lo dicho: un cabrón. Un cabrón simpático. De esos que me hubiera encantado tener de amigo.

Me encanta Sócrates.

No obstante, más allá de las simpatías o antipatías que este curioso personaje pudiera despertarnos, no podemos negar la potencia existente en la afirmación de la negación del propio saber. En la profunda lección que con ella nos deja. Porque creer que se sabe algo, sobre cualquier cosa, es claramente un sinónimo de ignorancia. Como en el caso de esos supuestos "expertos" en algún tema que no conocen siquiera acerca del tema sobre el cual presumen conocer. Al fin y al cabo, como se desprende de las ideas de R.D. Laing, nada resulta un mayor obstáculo para el aprendizaje que aquello que creemos saber. Es decir que aquello que damos inocentemente por sentado. En otras palabras: de lo que somos conscientes.

En ese sentido, creo que la conciencia juega un papel complicado. Un arma de doble filo. Pues ilumina tanto como oscurece. Enfocando nuestra atención en algunas áreas para oscurecer todas las demás. Es ahí donde entra Bateson afirmando que la conciencia es un corte. La divina habilidad de crear nuestros propios límites. Supongo que esa cualidad es la que hoy nos acerca paradógicamente a la extinción. Corremos el peligro de morir ahogados en la ceguera de la inteligencia.

Dicen que no hay nada más peligroso que un don desbocado. Que una habilidad huérfana. Las religiones han perdido su antaña legitimidad. Las ideologías quedaron seriamente golpeadas tras la caída del muro. Hoy más que nunca nuestra atención consciente ha quedado desligada de la totalidad. Haciéndonos más inteligentes a la vez que menos sabios. Así, cual dioses tontos, los humanos sabemos cada vez más, justamente porque ignoramos lo fundamental.

Existe solo aquello que tiene límites.
La conciencia corta, sesga.
Tiene el poder de limitar.
De crear.
¿Somos dioses?
¿Consecuencias del exceso de corte? La principal sería sin duda la contaminación del medio ambiente. Y con ello me refiero al propio, pues el planeta, a diferencia de nosotros, sobrevivirá seguro a estas torpes intervenciones. La vida es demasiado poderosa, saldrá adelante. Nosotros no. Existen claro está, otras consecuencias como los trastornos mentales, el capitalismo o incluso algunas dolencias físicas. La misma metáfora enferma actuando a través de distintos tipos lógicos.

Decía Guilles Deleuze que el humano postmoderno vivía segmentarizado. Fragmentado en mil pedazos unívocos decididos desde un poder único central. Es por ello que un joven de veinte años inglés se parece más a un argentino de su misma edad que a su abuela. Esto, que ahora damos por sentado, nunca fue así. Antes de la globalización, cada microcultura tenía sus propios límites. Cortes que protegían un ecosistema humano rico en diferencias. Bello y de gran plasticidad. Hoy, esos cortes los digita el mercado. Sesgando mentes. Controlando nuestra existencia desde una conciencia global, un sistema enfermo que se alimenta de toda aquella conciencia liberada de las religiones, y de la cual no nos hacemos cargo. Pues si bien la humanidad podría, quizás, sobrevivir sin religión, difícilmente lo hará sin ejercer su libertad de manera responsable. Es imperativa una nueva revolución de la conciencia. Seria. Profunda. Sin estupideces, arcos iris ni mierdas por el estilo. Cruda, honesta y esperanzada. En una palabra: popular. En fin, como sea, debemos hacernos cargo de nuestro poder. Del consecuente desafió que la consciencia supone. Una responsabilidad que Sócrates jamás eludió.

Por eso fue sentenciado a muerte.

Por eso es que se hizo inmortal.


Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.





jueves, 16 de agosto de 2012

Crudo, claro y sin anestesia.

Llevo un tiempo detrás de algo: una teoría general de la realidad. Diluyendo lo interno y lo externo en una suerte de espiral dialéctica sistémica de naturaleza estética. Sé que no se entiende, en fin, digamos que el universo está regido por leyes estéticas. Pura belleza. Metáfora y corte. Leyes que a su vez se superponen en distintos tipos lógicos. De esta forma en cada tipo lógico se daría una diferencia respecto con el movimiento anterior. Plantando así un universo multifractal en constante interacción. Como una gran melodía cósmica. El problema es que me doy cuenta de que no se me entiende. De que no se me entiende una mierda. Y ese es el verdadero reto: poder hacerlo comprensible. Si no es al pedo. Masturbación intelectual. El delirio de un loco o el enigmático discurso de un intelectual pretencioso. Lo primero sería preferible a lo segundo, aunque lo cierto es que ninguna de estas dos cosas me sirven. Si no es popular, si no se puede comprender, es inútil.

El tiempo de los enigmas quedó atrás. Una nueva teoría del conocimiento es necesaria. Fuera del insípido corset del ámbito académico. Lejos del stablishment de los poderosos. Cruda, clara y sin anestesia.

En ello estoy.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.