martes, 19 de octubre de 2010

La esperanza.

La esperanza requiere que caminemos, sintiendo así
el compromiso de nuestros pasos.
El optimismo no lleva a nada bueno en esta vida, es demasiado light, siempre me sonó a "slogan para idiotas". Un auto engaño como otro cualquiera. 

El pesimismo hace gracia los primeros diez minutos, después cansa y finalmente aburre. No deja de ser, por muy chistoso que parezca, una insana impostura, otra mentira auto repetida.

La esperanza es diferente... es una elección activa de vida que nos moviliza y nos compromete, mostrándonos el camino e instándonos a caminarlo, haciendo de nosotros cada día un poco mejores.

Estas líneas cobran enorme importancia teniendo en cuenta que vivimos en un mundo donde los viejos enemigos ya no están, pues son víctima como nosotros del nuevo mal: La nada. Esa nube negra que todo vacía de significado, matando fe e ideologías por igual, llenando de miseria nuestros corazones. En esta nueva "no cultura", en esta realidad decomprometida y light, el optimismo resulta la pastilla que adormece nuestra dignidad. El pesimismo, la otra cara de esta gris moneda es causa y a su vez consecuencia del primero.

Así, a los pueblos solo nos queda la esperanza. Entendiendo a esta como un compromiso activo de construcción, desde el amor, hacia aquellos que sentimos nuestros hermanos.

Supongo que es por eso que un viejo amigo mio siempre me decía que el optimismo pertenecía a los mercados y la esperanza a los pueblos.

Unai Rivas Campo. 

martes, 5 de octubre de 2010

¿Es el mundo que percibimos ante nuestros sentidos real?

 
Nuevos descubrimientos científicos desafían nuestra seguridad
en aquello que comunmente nos hemos esforzado en llamar "realidad"

Hoy la llamada ciencia dura, a través de los descubrimientos de la física cuántica y con el apoyo de las teorías constructivistas (que tampoco dicen nada del otro mundo, por cierto) se está planteando el debate sobre si aquello que perciben nuestros sentidos es real o si simplemente resulta una creación interna, algunos consideran incluso que consensuada. De la vereda de enfrente se encuentra  la postura que plantea que "algo debe de haber", es decir, que nuestro mundo exterior es tal cual lo percibimos.

Como sabemos a ciencia cierta que ¿Hay algo? y que este "algo" es real? Creo que muchos de nosotros continuamos siendo Cartesianos, repitiendo el argumento de aquel reconocido filósofo que planteaba que Dios, en su infinita bondad, no nos podría estar engañando. Ahora bien ¿Y si somos nosotros solos los que nos estamos engañando? Una vez le preguntaron a Jung por que Dios ya no le hablaba tan directa y abiertamente a los hombres como sucedía en las sagradas escrituras y este contestó que quizá era el hombre el que había cerrado sus oídos ante él. Damos por hecho que aquello que está ante nuestros ojos "es en sí" cuando en realidad no tenemos, ni tendremos jamás argumentos más sólidos que los del citado filósofo. Quizá sea este "dar por hecho", el verdadero engaño o cierre de oidos, ese que nos ciega, cual mito de caverna, ante la aunténtica realidad.


Sin la fortaleza yoica necesaria, algunas verades
pueden llegar a enloquecernos para siempre.


 Desde ya que no me considero ni crítico ni censor de este autoengaño,  lo comprendo bastante bien, pues.. ¿Como vivimos sin la seguridad de que aquello con lo que nos enfrentamos todos los días es real? Conozco a muchas personas que han enloquecido leyendo libros de Castaneda o textos por el estilo, donde las dudas coherentes sobre nuestro sistema de realidad alteraban de manera catastrófica los débiles aparatos psíquicos de ciertas personas, incapaces ellos de resistir esta "verdad". Hay cosas en esta vida que no están hechas para que las lea cualquiera.

 Ahora bien, ¿Hay algo de lo cual no podamos dudar? De vuelta se hace necesario regresar a Descartes, él planteó al mundo "el cógito ergo sum" o su traducción al español "pienso luego existo", consideraba que esté principio actuaría como pilar fundamental de la filosofía moderna.

Y vaya si actuó, a mi juicio para mal.

Es cierto que el "cógito ergo sum" Cartesiano resulta a todas luces innegable. Lo que critico de él no es eso sino el hecho de que no cumple con sus objetivos. Pensar solo nos hace estar seguros de que estamos pensando, pero en a práctica no nos hace sentir más reales. Los ataques de pánico, la paranoia, lo terrores nocturnos y toda la infinidad de patologías del pensamiento son la prueba irrefutable de ello. Explicaba en post anteriores como la mente puede pensarlo todo, miles de millones de posibilidades que potenciadas nos enfrentan a un universo de millones de dudas, elucubraciones y temores. Pero sobre todo a un enorme y profundo vacío existencial, a la desgarradora sensación de permanente angustia, de muerte.

El pensamiento Cartesiano por tanto, no nos da una solución satisfactoria sobre lo que es real y lo que no. Algunos me responderán (si es que esto lo lee alguien, cosa que siempre dudo ¡je!) que mis críticas se basan en la angustia inenarrable causada por esta respuesta y no en la falta de argumentos de la respuesta en sí. Es por esto que me propongo dar mi propia respuesta, más cercana y coherente con la salud humana y absolutamente inobjetable, creo, desde lo técnico.


Los sentimientos humanos trascienden a toda
duda planteada por la mente.

Hay una banda de rock Argentina que canta un tema musical llamado "Siento luego existo", dejando de lado  la horrible experiencia que dicha canción resulta para mis oídos, tengo que reconocerle un enorme valor a la idea expresada por estos músicos. Y es que la mente puede dudar de todo, salvo quizá (y repito, quizá) de su duda misma, pero el sentimiento es diferente... nuestros afectos no se encuentran inseguros de nada, ellos siempre "saben". Si una mujer me atrae, me atrae. Si odio a alguien, lo odio, no existen dudas al respecto, incluso cuando se dan sentimientos encontrados, como la atracción y el rechazo, no podemos negar que ambos, más allá de lo contradictorio que resulte para nuestra mente racional (a la que no le gusta admitir la contradicción) existen. Si sumamos a esto el hecho de que nuestros afectos no nos generan la vivencia de vació existencial y terror del "cógito ergo sum" entonces podremos afirmar, sin ningún lugar a dudas, que este es un argumento mucho más sólido que el anterior. La conexión adulta, madura y responsable con nuestros afectos nos permite sentirnos más vivos y reales, alejándonos del már de dudas y angustia generado por nuestras idas y vueltas mentales. Podemos decir entonces, que los humanos podemos engañar a nuestra mente pero jamás a nuestro corazón.

Igualmente tengo claro que no nos debemos quedar ahí, la respuesta al "cogito ergo sum" cartesiano no explica  si el mundo que perciben nuestros sentidos es real o no. Sin embargo creo que de alguna manera nos abre la puerta necesaria para seguir avanzando. Decía en post anteriores como nuestros sentimientos actuaban como la conexión natural con nuestro cuerpo, entidad sistémica regulada y por tanto poseedora de "las leyes de la vida", en otras palabras, los PRINCIPIOS ANALÓGICOS DE ORDEN ESTÉTICO INMANENTES A TODO SISTEMA  que podemos encontrar el toda la realidad humana. En otras palabras: Una pauta que conecta. El lenguaje de Diós.


Los procesos espirituales nos re-ligan con el exosistema
llamado universo, permitiéndonos vivenciar la
"verdadera realidad" de orden estético.
Esto que a través de mi frías palabras resulta tan complejo de entender para muchos, fue resuelto con hermosa sencillez por nuestros ancestros. Muchos autores (Eliade, Campbell, Winnicott y Bateson por ejemplo), postulan, cada uno a su manera, como los pueblos primigenios encontraron en las religiones formas de integración entre aquello llamado interno y  externo. De ellas podemos rescatar que los verdaderamente "real" no se encontraría en lo interno así como tampoco en lo externo, sino vuelvo a repetir, en procesos inmanentes INTERMEDIOS estéticos de orden sistémico o cibernético. ¿Como se traduce eso en la práctica? Símbolos religiosos, arquetipos, mitos y leyendas. Ellas ocultan en su seno información encriptada en forma de metáforas y analogías. En ellas encontramos leyes intersubjetivas que no se encuentran ni adentro ni afuera, rompiendo con esa arbitraria y artificial dicotomía, reconectándonos con el mundo, reconciliándonos nuevamente con el universo. No olvidemos que la palabra religión proviene del latín "re ligare" que quiere decir volver a ligarse o unirse, rompiendo los muros que nos separan del exterior. Estas reglas estéticas inmanentes a toda realidad humana las encontramos en un ecosistema natural, en un verso del Tao, o en una hermosa melodía. La belleza es real y somos parte de ella, nos atraviesa haciéndonos uno con el universo, Dios o con lo que cada uno quiera llamar a ese todo del que, teniendo en cuenta lo expuesto más arriba, formamos parte.


Hay una pauta que conecta.
Las leyes de la vida, son las leyes de la música,
de un poema, un arquetipo o un ritual religioso


Una rosa puede no ser tan roja como nos informan nuestros sentidos, es verdad. Quizás sea azul, amarilla, o de algún otro color que nuestro cerebro ni sueñe jamás en poder percibir. Pero las leyes sistémicas inmanentes a esa rosa, análogas a un ecosistema, a nuestro psiquismo o a cualquier otra organización de este universo son absolutamente reales. Esa es la pauta que conecta toda la realidad humana, los hilos del telar.

Así que supongo que es por eso que a menos religión existe en nuestro mundo, entendiendo ésta como proceso estético religador del ser humano, mayor vivencia subjetiva de irrealidad, vacío y muerte tenemos las personas.

Es hora de mirar hacia atrás, la respuesta al enigma no se resolverá mediante el estudio de la física, al menos de manera única y sesgada, la encontraremos en las religiones, la poesía, la psicología y todas aquellas disciplinas que nos permitan profundizar en el estudio del misterio, de eso que artistas, locos y niños se especializan en percibir mejor que nadie: La belleza.

Lic Unai Rivas Campo.

Escribiendo desde el sur del sur.

Renunciando con militante optimismo contradictorio a toda esperanza de ser entendido.


Soy consciente de lo dificil de
entender que será este trabajo.
Asumo con resignada alegría la
consecuente soledad.