Cada cierto tiempo me encontraba con una pregunta incomoda: Mi opinión sobre el aborto.
Sentía curiosidad acerca de cual era el origen de tal incomodidad, de aquella sensación de malestar que me generaba la citada cuestión, provocando en mi tímidas, vacías y tibias respuestas. Lo había reflexionado de muchas maneras posibles, sin embargo aun continuaba sintiendo aquel ormigueo en el estómago que me agarra cuando mi cuerpo me quiere comunicar un mensaje, de esos que mi mente aun no logra entender.
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"El corazón tiene razones que la razón no entiende"
Blaise Pascal. |
Así fue que empecé a ponerme manos a la obra con el problema, sabiendo que no era mi mente la que estaba interfiriendo en mi elaboración de una respuesta clara sino mi corazón (corporalidad o inconsciente llámenlo como quieran), decidí probar a dar las respuestas típicas y más populares sobre el tema, tratando de estar muy, muy, muuuy atento a los mensajes dados por mis sentimientos frente a las diferentes y dispares contestaciones que me había propuesto dar. De esa manera fue que a algunas personas comencé a decirles que estaba totalmente en contra del aborto, mientras calificaba todo aquello relacionado con la interrupción de un embarazo como el más cruel, brutal y violento de los asesinatos. A otros, por contra, les expresaba mi ferviente defensa del derecho de las mujeres a elegir libremente que hacer o no con su cuerpo.
La intranquilidad que me provocaban las dos respuestas continuaba, pero al menos comenzaba a darme cuenta del porque. Y es que mientras respondía, notaba como un enorme remordimiento me asaltaba, una honda sensación de estar olvidándome de una pieza clave, en lo que a esas alturas se vislumbraba como una terrible ausencia en la ecuación. algo que siempre era dejado de lado en las diversas respuestas o posturas: Quedaban de lado las personas. En otras palabras,
me di cuenta de que a los extremistas de ambos bandos les importa una mierda lo que le sucede a la gente.
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Las leyes de la vida son diferentes a las leyes del derecho. |
Me dirán los fanáticos proabortistas como respuesta a mi afirmación, que ellos defienden el derecho de la mujer, noble causa si las hay!. Se olvidan que el derecho y la psicología pertenecen a mundos distintos, no ven o no desean ver que tras una mujer que "ejerce su derecho", existe toda una historia pasada presente y os prometo que futura, de profundo sufrimiento. Se legalice o no el aborto, el dolor existencial de las personas, madres, hermanos, parejas, es decir, de todos aquellos que tienen que continuar con sus vidas a partir de ese fatídico día, será la cruel realidad que tendrán que enfrentar. A estos hombres, mujeres y niños "tener derecho", no les aliviará la carga consciente o inconsciente que llevarán consigo por el resto de sus vidas. Baso mis argumentos obviamente en mi experiencia personal y profesional, desde ella puedo decir que son cientos los casos de insanía con los que me he encontrado en los cuales el aborto fue detonante o acompañante de síntomas, neuróticos a psicóticos, que dejaron años y años de vivencia subjetiva de infernalidad. Heridas que dejan huella.
A todos esos que anteponen los derechos frente a las vivencias, a esos que por traer justicia, por creer tener razón o que se yo, llegan incluso a masacrar y bombardear ciudades sembrando el miedo en países enteros. A esos legalistas sin corazón, le digo que se metan el derecho por donde ya saben. Existen ocasiones en las que tener razón o creer tenerla es lo peor que nos puede pasar en esta vida, esta es una de esas ocasiones.
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¿Quien es tán arrogante como para hacerse juez moral de su dolor? |
¿ Que decirles a los fanáticos antiabortistas? A ellos, que se auto-confieren por su parte el "derecho moral" de calificar de asesinos, a otros a los que ni siquiera conocen, a ellos que se olvidan de Jesús cuando dice "no juzgues y no serás juzgado" o "el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra", a ellos que al igual que a los anti abortistas tanto les interesa la ley, pero en su parte penal, a ellos que se olvidan del dolor de esas familias, a ellos... no les digo nada, no se lo merecen pues se condenan solos. Me entristece ver como ciertos grupos pro-vida llegan a atreverse a situar al aborto como el mayor mal de nuestra sociedad, desde una perspectiva reduccionista, sesgada, olvidándose de que el que nos atañe, es un problema de intenso dolor humano, resultado de una miseria existencial, cultural y económica que rodea á un síntoma social altamente complejo, que tiene más de gris que de blanco o de negro. Me repugna ver la poca vergüenza que poseen estos sujetos cuando publican en la red fotos de fetos sin vida, mostrándonos orgullosos como su sagrado fin justifica cualquier aberrante medio. Debería haber leyes en estos casos, sí, pero para encarcelar a sujetos de tan baja dignidad, ética y moral.
La tristeza que me invade en este momento me lleva a preguntar: ¿De donde viene tanta inhumanidad a la hora de tratar el aborto? Considero que se debe a la sobreideologización que el aborto ha sufrido.
Hagamos historia, hasta los años noventa el mundo estaba dividido por una guerra fría entre dos formas de entender la política social y económica: El comunismo y el capitalismo. En ambos bandos encontrábamos a destacados y respetables pensadores, dignos defensores de sus respectivas posturas. Sin embargo, tras la caída de la unión soviética, la izquierda Europea, hasta ese momento pilar intelectual del socialismo mundial, dejo de ser verdaderamente de izquierda para hacerse "progresista". Se preguntarán que significa ser "progresista", yo también lo hago pues este resulta un concepto bastante vago. Al parecer, un progresista es un liberal en lo económico que utiliza corbata o chaqueta roja y está a favor de todo aquello que escandaliza moralmente a la Iglesia Católica. Así el antiguo y apasionante antagonismo entre algunas de las mentes más brillantes nos ha dado la historia, padre de algunos de los más infinitamente maravillosos debates a los que asistí, se fue transformando en una inhumana, infantil y absurda pelea sobre algunos temas locales de orden moral.
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El "progresismo", ensalada ideológica "light" que resulta hoy
el mayor enemigo de izquierdas y derechas que ha tenido la
humanidad desde el fascismo. |
El mejor ejemplo de ello es el caso de España. Un estado gobernado desde hace años por dos partidos liberales que se han ido alternando a lo largo de las últimas décadas. Ahora por ejemplo, esta gobernado por tal Zapatero, un señor de simpático talante, amante de las corbatas rojas que dedicó la mayor parte de su mandato a escandalizar a los sectores más conservadores. El problema fue que cuando ya se podía abortar hasta el sexto mes, cuando los gays se pudieron casar y adoptar, cuando el estado comenzó a hacerse cargo de la operación de cambio de sexo de los transexuales, cuando aumentó la carga de educación sexual en las escuelas, finalmente, cuando ya no le quedó nada más con lo que escandalizar... comenzó a hacerse evidente la enorme carencia de ideas de este simpático personaje.
Y es que hoy, a las izquierdas (light) y a las derechas solamente les importa dar su "batallita" personal contra sus supuestos enemigos, descalificando la postura del otro y olvidándose por completo de las personas involucradas. Esto es, a mi juicio, lo que sucede con el aborto, trabando a este dentro del bizarro conflicto que hoy existe entre el progresismo liberal y el conservadurismo liberal.
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Existen buenas personas en los dos lados,
cuanto se podrían enriquecer entre sí. |
Apelo por tanto, a las buenas personas de estos dos bandos, que me consta que las hay y en multitud, para que dejen de lado sus egos y mirando desde los ojos del corazón, se pongan a trabajar en conjunto, cerca de la gente, escuchando el dolor, tendiéndole una mano a los que sufren, sin perder la coherencia, pero con ternura, lejos del derecho, más cerca del amor.
Unai Rivas Campo.
Apelando desde el sur del sur.