Hace un año, más o menos, coincidí en una reunión con un hombre honesto, dedicado, apasionado por su vocación, la política. Una pasión que, hasta donde sé, ejerce con total austeridad y honradez. Dedicado como pocos, asumió aplicar su conocimiento y sus ideas con convicción y destreza, con un objetivo claro, el bien común. Sabiendo de esta manera que quién tenía delante de mí, era sin duda, una buena persona.
La legalización de las drogas es un tema en el que los "grises" ganan a los "blancos y negros" |
Su postura resultaba más que contundente: La ilegalidad de las drogas alimenta y fortalece a las mafias que comercian con ella. Mafias que corroen mediante sobornos y extorsiones a las instituciones del Estado, que instalan el miedo en los barrios, en las familias y finalmente, en nuestros propios corazones. Planteaba que la legalización dejaría sin producto que vender a los narcotraficantes pues el comercio de éstos pasaría a manos de empresas privadas controladas por el aparato estatal. Postulaba también, de manera fervorosa y hasta esperanzadora, que la “calidad” de las sustancias sería “mejor” y que con la consiguiente recaudación impositiva se podrían subsidiar tratamientos gratuitos para los adictos.
Una época dotada de un romanticismo especial. |
Así, como aquel que siente la satisfacción por el deber cumplido, mi adversario termino de explicar con contundencia su postura.
Los presentes, jóvenes fascinados con el carisma y claridad del orador no aguardaban mi respuesta, solo esperaban mi rendición.
Que facil sería un enemigo. Los adversarios me hacen pensar |
En principio no sabía bien que contra argumentar. La claridad con la que mi oponente había encarado el tópico, y su integridad a la hora de explicarlo , me había tomado por sorpresa y dejado en evidente desventaja frente a los asistentes a dicha reunión , que sin saberlo se habían tornado con sus gestos, murmullos y comentarios esporádicos, en jueces de aquella simbólica contienda.
Solo había una cosa a mi favor: Mi corazón. Ese corazón que me decía, que pese a toda lógica formal que revestía aquel esplendoroso argumento, algo “no andaba bien en todo eso” e imitando esa sensación de escalofrío que nos entra en el cuerpo cuando sentimos algo antinatural e insano mi cuerpo percibía que el camino no era tras los pasos de aquel aparente y efusivo planteo. Así que durante unos segundos, en los que el tiempo parecía ralentizarse para brindarme el descanso y la inspiración que necesitaba, aproveché para desligarme de fríos razonamientos lógicos y preguntarle a mi corazón. Y este, creo, me contestó. Y lo hizo en forma de recuerdo.
Un recuerdo de años de trabajo precariamente pagados en una entidad estatal, transitando por barrios alejados de esas zonas “cool” de la capital, donde la discusión sobre la legalización de la droga, resulta más un snobismo que un verdadero y sentido debate a vida o muerte. Fue la reminiscencia de jóvenes consumiendo drogas y cerveza en estado de abandono, mientras se visten con gorras y zapatillas de marca de países a los que nunca les dejarán entrar por el mero hecho de ser pobres, la falta de dignidad y de respeto que sufren hoy en estas comunidades las mujeres: niñas, ancianas y madres, -sobre todo ellas, las madres, que durante décadas atrás fueron canales de comunicación y solidaridad, íntegros pilares de amor de una familia- , la memoria de barrios donde antes de la llegada de la cultura del “consumir para pertenecer” encontrábamos dignidad en la pobreza, bien lejos de la cultura del celular, del plasma y la miseria. Todo eso y tanto más fueron las vivencias que me hicieron ver la luz al final de aquel túnel que tan difícil se me hacía transitar a través del raciocinio.
El mercado está allí donde ni la justicia ni la dignidad han llegado. |
Dirán los defensores de la controvertida postulación -reflexioné ante los improvisados enjuiciadores- que esto que señalo es una exageración. Adjudicando que en una hipotética legalización, ciertos excesos serían controlados por el estado. Olvidándose – objete- que una vez legalizada la droga, con toda certeza, el estado se vería acorralado por lobbys corporativos fanáticos de la desregulación. Hablando claramente: Teniendo en cuenta que, hoy día, siendo la droga algo ilegal, se sabe que aporta fondos para muchas campañas políticas, generando el intrigante cuestionamiento de cual será el número de gobernantes que tratarán de comprar ese dinero -perdón quise decir financiar- cuando sea legal? ¡Por favor, no seamos inocentes!
Continué respondiendo cada vez con mayor confianza y virtud a la supuesta “mejoría en la calidad” de la sustancia. ¿Cuál sería el profundo deseo que impulsaría a las empresas a impedir, una vez instalado el producto en forma masiva, vender drogas de “primera y segunda calidad” para diferenciar entre ricos y pobres? ¿No sería análogamente, al igual que la diferencia que se hace entre los vinos espumantes y los tetrabrikes, un generador de abismos entre los afortunados pudientes y los marginados que por desconocidos motivos se encuentran hoy, no solo en la periferia de las ciudades sino también en las del mercado? ¿Qué calidad les tocaría a los menos “suertudos”? ¿Calidad tetrabrik?
Temo que el progresismo termine siendo funcional a los intereses de las grandes corporaciones |
Fue ahí cuando mi adversario me recordó, con la fiereza de un gato panza arriba que se ve acorralado, el fallido intento de la ley seca. La verdad – aludí, intentando responder con total franqueza-, que no sabía que decirle al respecto, menos aun como desterrar aquellas conjeturas inconexas suponiendo que para él comparar los experimentos sociales del Estados Unidos de mil novecientos veinte con la Argentina de dos mil diez tuviera mucho sentido, un sentido que al menos yo no lograba encontrar en la experiencia del día a día. Cuando uno de los asistentes a la reunión bromeó sobre cuanto duraría Al Capone en Fuerte Apache y la gente río, la contienda ya quedó dada por finalizada.
Hoy, pasado el tiempo, pienso que quizás mi adversario tuviese razón, quizá sería mejor retroceder ante el avance del narcotráfico y legalizar las drogas, puede que estuviéramos ante un mal menor que el actual, no lo se.
El derecho de los pueblos a existir con dignidad. |
Unai Rivas Campo.
Gracias Ayelen...
En argentina esto seria imposible, esto no es Amsterdam, la droga no es alcohol, la minima cantidad causa adiccion.Basandonos solamente en estadisticas como el de legalizar la droga bajaria el consumo, seria lo mismo que legalizar el aborto con el solo pretexto de salvar las vidas de adolescentes que no accederian a un medico pago para realizarse abortos, y de legalizar que drogas, todas? duras y blandas, hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y sobre todo tener en cuenta el contexto y el pais en el que vivimos, Señor!!!!
ResponderEliminarEstimado señor anónimo.
ResponderEliminarMe parece que usted no ha leido completamente el artículo...
Seguro ha empezado por la primeras líneas, le ha cansado seguir y después directamente ha comenzado a comentar sin terminar de leerlo. Le animo a que continue hasta el final y verá que mi tesis no es distinta de la suya. En otras palabras, su pereza le ha impedido descubrir que en realidad usted y yo estábamos deacuerdo.
De todas maneras se nota que usted conoce poco y nada sobre adicciones. Si no, sabría que la adicción es un fenómeno psicológico y no físico. A modo de ejemplo está la adicción al juego, una de las adicciones más fuertes que existen, donde la máquina, hasta donde yo se, no poseé ningún químico.
Esto no significa de vuelta que yo este en a favor de la legalización de las drogas, sino que considero que planteamientos como la suyo, basados en el más ignorante de los fanatismos, terminan sacándo legitimidad a nuestra causa. Fortaleciendo a aquellos que defienden la legalización.
Le deseo suerte en la vida amigo, pues si tiene usted al menos el diez por ciento de ignorante arrogancia que manifiesta al escribir, seguro la va a necesitar.
Un polémico saludo desde el sur del sur.
Unai Rivas Campo.
Hola Unai, soy anonimo, pasare a llamarme Cazador oculto como el personaje de salinger, soy el que te preguntò si eras el psicologo de zona sur de Buenos Aires, creo que si,en charlas de amigos me cometaron que son tus pacientes etc, etc de ahi viene mi pregunta, en fin eso no tiene importancia, solo que soy visitador de esta pagina web hace un tiempo y si tu me puedes servir de algo siii, estos articulos me van habriendo la cabeza eso es todo. Gracias.
ResponderEliminarOk. Cazador oculto. Yo también soy cazador. Sin embargo está vez, seré lobo.
ResponderEliminarLee más arriba.