El mundo de las palabras es complejo. Hay de todo. Competencia, política, secretos; y claro, también tabúes. Palabras tabúes, mal miradas por el resto. De todas ellas existe una que últimamente está teniendo muy mala fama. Me estoy refiriendo a la palabra adiós.
¿Se está transformando la palabra adiós en una palabra proscrita? |
Aunque claro, este blog está escrito en español.
Porque por desgracia sufrimos una dominación. O porque los españoles nos jodieron bien jodidos. Con muertos, torturas y mucho más. O quizás porque vivo en el sur del sur. Quien sabe, por lo que mierda sea. Da igual. El caso es que este blog está escrito en español, y en español la palabra adiós se ha transformado en una mala palabra, algo inmoral. Pues hoy decir adiós es visto como una negación del otro. Un crimen al vínculo entre dos personas. El asesinato de una amistad. La muerte definitiva expresada en un grito agudo, cruel, silencioso.
Se nota que vivimos tiempos difíciles para el concepto de separación. Una idea de la cual deriva la palabra adiós. Cabe aclarar que en principio tal vocablo hacía referencia a una despedida con bendición, derivada de la mezcla entre "a" y "Dios". Es decir, "vaya con Dios". Otra bendición como en el caso de la palabra agur. Puede que la mas elegante forma de decirle al otro que una vez tomado el debido espacio, el destino del prójimo en poco y nada nos pertenece. La verdad, no se me ocurre forma más bonita de asumir que no somos omnipotentes. Que la vida de los otros no nos pertenece. Que no somos ni los salvadores de sus desgracias ni los culpables de sus errores.
Decir adiós es por tanto separarse. Tomar una sana y necesaria distancia del mundo que nos rodea. Poner un límite o frontera entre nosotros y los demás. Asumiendo así nuestra existencia. Existencia que solo es posible a través de la aceptación de la existencia del otro, de su vida, tiempos etc. Decir adiós nos conecta con lo más profundo de nuestra alma mientras genera en nosotros una actitud de desapego análoga a la lograda por un practicante zen.
Amar es decir adiós. Apostar a la libertad del otro. Todos los días. Y quizá, quien sabe, reencontrarte. |
Igual con esto no quiero decir que el origen de este fenómeno corporal se encuentre en la palabra en si, sino en que hemos depositado dicho temor en la citada expresión. Un temor a la separación, a la pérdida, negado y posteriormente proyectado sobre un conjunto de cinco letras.
Finalmente terminar diciendo que todos deberíamos decir adiós a diario. Darnos cuenta de que en esta puta vida estamos de prestado. Cerrar la mesa, retirar ganancias y marcharnos a casa sin saber si alguna vez volveremos a jugar. Solo así sabríamos exactamente lo que sentimos. Cuales son los nombres de las personas y lugares que realmente extrañaremos. A quien amamos. Y aquello que merece la pena. No, adiós no es una mala palabra, duele al principio pero te hace libre.
Adiós.
Escribiendo desde el sur del sur.
Unai Rivas Campo.
Adiós: Utilizo esta palabra para despedirme de aquellas personas que me ayudaron a crecer, a ver nuevas maneras de ver la vida y a dejar atrás viejas creencias que hoy ya no me son útiles. Y con esta palabra les deseo todo esto que escribiré a continuación (es parte de un fragmento antiguo) y dice así… Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos. Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que siempre quieras vivir plenamente. Nunca olvides recordar aquellas cosas que te alegraron ni aquellos amigos que permanecieron fieles. Recuerda siempre las bendiciones de cada día. Que tengas palabras cálidas en un anochecer frío, una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta. Que vivas cien años o más, con un año extra para arrepentirte. Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero. Que cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto al fuego, risas para que te consuelen aquellos a quienes amas, y que se colme tu corazón con todo lo que desees...
ResponderEliminarGracias y adiós.
ResponderEliminaradios a todos los almohadones.. no soy un salvador!
ResponderEliminarNo, nadie lo es. Adiós.
ResponderEliminarlo entendi, por fin lo entendi Unai, lo proyecte en ti. Gracias
ResponderEliminarAgur!
ResponderEliminarEl otro día leí una frase y me acorde de este post tuyo...Me dieron ganas de compartirla con vos.
ResponderEliminar"No pocas veces ya he dicho adiós; conozco las horas desgarradoras de la despedida."
Se te extraña en el sur del sur.
Maga.