martes, 26 de abril de 2011

¿Que son los ataques de pánico?

El dolor no puede ser evitado. Tarde o temprano nos alcanza. No existen los atajos. De nada sirve correr. Y es que huir es absurdo. Absurdo porque el dolor, antes o después, pasa. Dejando cicatrices que a veces quedan de por vida, es verdad, pero también haciendo de nosotros personas mejores, más humildes y honestas. Menos omnipotentes. Sin embargo, corren tiempos difíciles para el dolor. Existe toda una industria dedicada a su eliminación, a su ocultamiento.

Intentar escapar de nuestro dolor solo sirve para
encerrarnos en la prisión del vacío y de la angustia.
Intereses de mercado que han descubierto que su negación, además de anestesiarnos, genera un angustiante vacío. Y como ese vacío interior, nos empuja al consumismo. A comprar objetos, a consumir drogas o a comer compulsivamente. Llenándonos de cosas y vaciándonos de humanidad, de amor. Todo para evitarlo. Es decir, todo para lo imposible. Para una huida que solamente genera mayor angustia y que aún más, nos vuelve a sumerger en el más oscuro y profundo de los vacíos. A este círculo de escape y captura pertenecen los ataques de pánico. Y sobre ellos, tratará este artículo.

Explicába en trabajos anteriores ("Elegir es perder", "¿Es el mundo que percibimos ante nuestros sentidos real?" o "Mente omnipotencia y mente sesgada") como la mente consciente del occidental se había ido, generación tras generación, separándose de su natural integración con el cuerpo. Y como esta separación había sido provocada a causa de una brusca ruptura filosófica, económica, social y espiritual. Podríamos pasarnos horas enumerando los antecedentes y acontecimientos históricos por los cuales esta ruptura se fue dando. Pero sería alejarnos del espíritu de este trabajo. Digamos entonces que esa ruptura está. Que el hombre moderno ha construido una mente diferente a la del hombre clásico. Que somos más inteligentes de lo que jamás fue ninguna generación de humanos en este planeta. Y que, finalmente, somos los más desconectados con nuestras emociones. Pues a más separada está nuestra mente de nuestro cuerpo, más se piensa y menos se siente. Y ahí, justamente, está la clave.

La mente separada del cuerpo no siente.
Sin afectos, solo nos queda la angustia.
Y así, dejamos de sentirnos vivos. 
Hasta ahora, hemos enumerado tres conceptos imprescindibles la hora de tratar de entender los ataques de pánico: Inteligencia, desconexión con los propios sentimientos y, evitación del dolor. Los tres actuarían como los órganos principales del sistema llamado "ataque de pánico". Pues, para nosotros los sistémicos, al menos para los sistémicos verdaderos, los ataques de pánico, como cualquier otra patología psicológica, serían sistemas de ideas que se instalan en las personas sanas. Que nos infectan. Alejándonos de nuestra saludable naturaleza original. Actuando sobre nuestro psiquismo al igual que cualquier virus lo haría con un organismo. Así, repetimos, este sistema insano se vale de los anteriormente citados tres mecanismos para actuar sobre nuestras mentes.

¿Como? No os creáis que hay demasiadas variantes. Decía mi maestro que la salud era algo mágico e impredecible, pero que la patología, era justamente le contrario. De esta forma podemos decir con seguridad que, en la mayoría de los casos, esto se da así:  Personas atrapadas por un enorme sufrimiento, un sufrimiento mucho mayor del que honestamente pueden o pudieron tolerar. Y, al tornarse intolerable, la patología se instala. Ella nos ofrece lo siguiente, pensar para no sentir. Centrarse en los objetos, en el trabajo, o en cualquier otro tipo de actividad que tenga por objeto correr más que el dolor. Todo para mantener a la mente "activa". Y al corazón, dormido. De esta forma nuestros afectos quedan ignorados , condenados al ostracismo, obligados a pasar a la clandestinidad del inconsciente. Y bueno, ya se sabe que todo grupo que es obligado a pasar a la clandestinidad actúa en consecuencia. Así, a los sentimientos negados y reprimidos no les queda otra que cometer atentados contra el consciente. Y a esos atentados se los llama ataque de pánico. Estos suceden en una relación dialéctica a doble vía. Donde lo consciente y lo no consciente se alimentan mutuamente. Por un lado está la mente separada del cuerpo, que al ser por su propia naturaleza solamente consciente de sus pensamientos, cada vez de siente menos viva. Por el otro lado esta el cuerpo, el lugar donde van quedando depositados todos los sentimientos no reconocidos. Cuando el dolor no reconocido se torna excesivo, cuando ese sufrimiento acumulado y anestesiado va más allá de lo humanamente tolerable, las taquicardias comienzan. Es ahí cuando la mente, previamente cargada de angustia de años de afectos negados, y cada vez más alejada de su propio sentir; comienza a interpretar lo sucedido como una inminente y segura muerte. Instantes que parecen años. Donde solo hay lugar para un único sentimiento: El pánico.

Afrontar el dolor. Llorarlo. Es el primer paso
para comenzar el camino de regreso hacia
 nosotros mismos, hacia una cura y, hacia
nuestro corazón.
No se como decirlo de otra manera. Corren tiempos oscuros, de guerras teledirigidas, shoppings y sonrisas light. Pero a la vez, más que nunca, también corren tiempos de esperanza. Algunas cosas están cambiando. Al menos el sur todavía resiste. E incluso se han ganado algunas batallas. Os preguntareis porque estoy hablando de esto ahora. Yo también lo hago. Quizá sea porque parte de mi alma está hoy en el sur. Quizá sea porque la mente, nuestras mentes, han sido manipuladas para ser serviciales a un establishment consumista, cosificador y esclavizante. Quizá sea porque los ataques de pánico son, en definitiva eso, un síntoma de una sociedad enferma. Insana. Desbordada por el terror. Supuestamente democrática, pero alejada del sentir de sus pueblos, de sus comunidades, de sus naciones. En otras palabras, de su corazón, de nuestro corazón.

Y para curarse de ellos, será sin duda necesario emprender de nuevo el camino hacia él.

Escribiendo desde el sur del sur.

Lic. Unai Rivas Campo.

4 comentarios:

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  2. por favor, visiten mi blog, y ayudenme a hacerlo crecer.

    http://pensamientos24.blogspot.com/

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  3. El dolor se siente , como un grito mudo desesperado, pidiendo ayuda y sintiendo que te volviste transparente, pidiendo de rodillas que te ayuden y sintiendo indiferencia o golpes que no podes comprender. El dolor a veces es tan grande que ya se deja de sentir, es vivir en la no vida o un mundo paralelo.

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