Así estaba yo, cabizbajo, cuando alguien me dijo algo así como que tenía que "ponerle ganas". Y ganas me dieron, pero de mandar a la mierda al boludo ese. Obviamente no se lo dije. A algunas personas les cae mal ese tipo de respuestas. Aunque lo más importante fue que, de alguna manera, aquella persona me inspiro. ¿En que? En que el concepto de "ponerle ganas", entendido de la manera que aquel hombre quiso dar a entender, hace referencia a algo así como a "ponerle energía", o dicho en otras palabras: A esforzarse.
Es lógico, vivimos en la cultura del esfuerzo. No olvidemos que la ética protestante, que según Max Weber es la base del capitalismo moderno, pone todo su énfasis en la consecución de la virtud divina en base él. Es decir, que ser bueno necesariamente implica esforzarse o, dicho de otra manera, en "ponerle ganas".
Así es que nos han vuelto locos a todos.
Lo esencial es invisible a los ojos. |
Y para esta belleza romántica y misteriosa que nos rodea, el esfuerzo no sirve. No sirve porque no dura. No dura porque resulta imposible de ser sostenido en el tiempo. Si no, os pido que intentéis sostener un vaso, un simple vaso con el brazo derecho. Me diréis que como tarea resulta algo bastante sencillo, que solo requiere muy poco de vuestro esfuerzo. Ahora bien, transcurridos unos minutos notaréis como vuestro brazo comienza a cansarse. ¿Cuanto tiempo podréis mantener vuestro esfuerzo? Seguro que no demasiado. Y es que el esfuerzo solo sirve para distancias cortas, en momentos muy puntuales. Podremos correr hacia el trabajo un día de esos en los que llegamos tarde, pero si lo hacemos a diario, a duras penas nuestra salud lo soportará.
En contraste con la cultura del esfuerzo tenemos a la perseverancia. Que solo requiere de nuestra decisión, de nuestro honesto compromiso con ella. Pues en los momentos difíciles no nos reprocha nuestra debilidad, la comprende y nos anima a seguir intentándolo. No se agota, no se cansa y jamás prescribe porque si bien sabe que su paso es lento, está guiada por el calor producido por la antorcha de la esperanza.
Esperanza que guía a los pueblos.
Y que en los momentos difíciles también me guía a mi.
Escribiendo desde el sur del sur.
Lic. Unai Rivas Campo.
Redondo Unai! Me gustó mucho... Entiendo que habría tres variables: la cultura del esfuerzo como un "invento" de occidente, o sea post revolución capitalista, para evitar el ocio..., el desarrollo personal. Un artilugio disciplinador del mercado para responder a la producción, y por último, un instrumento de la religión para contrarrestar la posibilidad del tiempo y su espacio para una reflexión existencialista o una profunda autoteorización...
ResponderEliminarLa perseverencia en tal caso, creo, es la búsqueda frenética por alcanzar un deseo y eso es autonomía también...
Me gustó mucho
Beso.
Gracias Sol. En cuanto a las religiones, me parece que el gran problema de la reforma protestante es que eliminó el ritual de la religión. Supongo que de eso se trata finalmente el capitalismo: de una religión sin ritual.
ResponderEliminarLos rituales son habitos necesarios para la configuracion de conductas y pensamientos, quizas cuando el ritual supera la CREACION se configura una serie de repeticiones rigidas que van matando las escencias.
ResponderEliminarEl ritual marca paradigmas necesarios para la estructuraciones tanto antropologicas como sociologicas y mas logicas que quedan destrozadas ( gracias a Dios ) cuando la locura de la creatividad viola los derechos de la razon y de las rigidas estructuras.
Unai, visdte la pelicula ?
Desde cerca del gallinero un bostero de amigo
Lic. Claudio Grecco
Podríamos concluir que el ritual es el marco necesárío para cualquier pintura. Analogías que representan lo constante y lo cambiante, estabilidad y caos, orden y entropía. Todo englobado en el ritual. No se me ocurre una representación mejor de las potencias que dominan el universo. ¿No te parece?
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